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Paola y Germán, nobles panaderos de obras

Calle San Martín al 1400. Son las 9 de la mañana y el primer corte en la obra situada al frente de esta Redacción, requiere de tener el mate listo y algo para “engañar” al estómago de quienes eligieron el duro oficio de ser obreros. A esa hora, cotidianamente, pasan Paola y Germán ofreciendo sus panes y tortas caseras, como también tientan a anticipar el “menú” del mediodía con unas suculentas pizzas. Las ventas son en “cooperativa” y todos aportan unos morlacos para que la ronda matera esté bien surtida.

 

Con lógico recelo, no exento de buen trato, Paola y Germán se prestaron respetuosamente a las tomas gráficas que ilustran el breve, pero fecundo encuentro con estos artesanos de la masa.

Cuentan que mientras duermen sus “clientes”, en algunos casos ya amigos de las obras, ellos amasan y hornean los productos que a partir del amanecer saldrán en su auto “prestado” (según lo que deslizaron tímidamente…), perfectamente conservados, con las normas de higiene esenciales, listos para cautivar los sentidos visuales y olfativos de sus comensales.

 

Nos hubiera gustado charlar más con ellos. Es una de esas notas que sirven para tenerle fe a la Argentina. Es gente noble que pareciera desarrollar destrezas indispensables en pos de ejercer una profesión dignísima.

Sin darnos precisiones, es elocuente que Paola y Germán hacen gala de la creatividad y la capacidad innovadora, como de la responsabilidad y capacidad para desarrollar el oficio con cuidado.

 

Al mismo tiempo, en épocas difíciles, exhiben una admirable tenacidad y el espíritu de superación imprescindibles saliendo a la cada vez más dura calle con una humildad admirable a ofrecer el pan de cada día, apostando por una profesión que se encuentra en constante transformación debido a los cambios que se producen en los hábitos de los consumidores y, que más allá de preparación y venta del pan, tortas o pizzas, exige competencias generales muy diversas para las que hay que prepararse de forma adecuada, amén de soportar los avatares de una economía contradictoria.

 

Hoy día, el panadero y pastelero debe contar con competencias técnicas que le capacitan para tareas como la recepción de las materias primas, la preelaboración y horneado de productos básicos, la presentación de estos productos para su venta y la distribución final de éstos.

Y todo ello, siendo capaz de seguir los protocolos y las normas de seguridad y salubridad que garanticen la realización de un trabajo adecuado, seguro y sostenible.

 

No es tan simple el arte panaderil. Hay que capacitarse para aplicar las técnicas adecuadas para su obtención y contemplando rigurosamente las normas higiénico-sanitarias de seguridad laboral y manipulación de alimentos que previenen riesgos de diversa índole.

Y es inevitable reflexionar acerca de los costos no solo de materia prima sino también de luz, de gas, de leña, de herramientas, como hasta para el envasado correcto y ni hablar luego del traslado, ya que el “local” es la misma movilidad que recorre de norte a sur, de oeste a este, todas las obras de la Capital entrerriana.

 

Paola y Germán son dos emprendedores que eligieron ponerle el lomo al país con este esforzado quehacer artesanal-gastronómico. Nos quedamos con las ganas de conocer mucho más de su encomiable mini-pyme. Ojalá que, uno de estos días, se animen a contarnos.

Como carta de presentación, nos gustó la idea de mostrarle a nuestros lectores que en la polémica Argentina del Cambio, hay gente que prefiere desdramatizar sus penurias y apuesta un pleno a dar servicios que con el devenir del tiempo habían desaparecidos. En este caso, panadero a domicilio. Sin bicicleta, sin canasto, pero con la misma calidez de una hermosa bella época.