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Pancho Calderón en LT 14: “más que remate parece un negocio inmobiliario”

El director periodístico de este Diario Digital, Francisco Pancho Calderón visitó los Estudios de LT 14 Radio General Urquiza y dialogó con Nicolás Blanco, conductor de Aire de Todos, generándose un espacio de reflexión en cuanto a la durísima coyuntura que representa hacer frente a un remate judicial arbitrario.

 

“Mi padre, el Dr. Pedro Máximo Calderón Diz, un renombrado abogado, jubilado docente y de Vialidad Provincial, ex deportista de alta competencia, ex dirigente deportivo y político, falleció hace siete años atrás no solo víctima de un progresivo y durísimo deterioro en lo psicofísico, sino en delicadas circunstancias financieras. Todo arrancó en el año 2001, en épocas durísimas para el Pueblo entrerriano, con una cuasi-moneda, con gravísimas dificultades para percibir salarios, y una situación socio-económica nacional que potenciaba la horrible problemática en la Provincia del gobernador Montiel y del presidente De la Rúa. El Concurso Civil al cual se recurrió primariamente, derivó en una injusta Quiebra. Se había iniciado un proceso voluntario para arribar a un acuerdo con acreedores, sin embargo, pretensiones desmedidas de síndico y martillero, junto a criterios cuestionables de magistrados, derivaron en una larga pugna por hacer valer Derechos más allá de las indiscutibles obligaciones asumidas. Durante poco más de una década, mis hermanos mayores y él, pergeñaron una estrategia jurídica notable para garantizar que no se perdiese la vivienda única. Al fallecer papá, mi hermano Mayor se encargó de continuar la trama legal hasta derivar en un Incidente de Subasta. El acto sucesorio determinó, por conclusión del juez Martin Furman, que yo deba ser el representante de una complejísima Sucesión. Hoy, sufro la decepción, la desilusión, de sentirme defraudado por el juez Ángel Luis Moia quien, sugestivamente, en menos de un año aceleró todo el diligenciamiento para fijar como fecha de remate el 6 de marzo de 2019, sin base. Una insensatez, una crueldad sin límites sabiendo que se intenta ejecutar una casa habitada por mi madre de 87 años, discapacitada motriz con certificación legal que la debiera amparar, y mi hijo menor de edad, amén del resto del grupo familiar”, resumió Pancho Calderón en el comienzo de la charla en LT 14 con Nicolás Blanco, Exequiel Flesler y Maku Cargnel, bajo producción de Lukas Wagner.

Un coloquio imperdible, con aditivos especiales, con otros condimentos que se anexan para hacerlo más irrebatible.

Un reportaje de axiomático contenido, que torna incuestionable lo narrado ya que no solo se consignan, se añaden datos muy precisos e innegables sino también surge una eminente autocrítica del afligido entrevistado.

 

– ¿Por qué creés que desde la esfera Judicial no les ha concedido el tiempo prudencial para lograr cumplimentar ese objetivo?

– Hay dos hipótesis inevitables de conjeturar: la primera sensación es que Su Señoría, Ángel Luis Moia está sensiblemente presionado tanto por la síndico como por el martillero tras casi dos décadas de aplazamientos de incidentes pertinentes en un proceso de Concurso derivado en Quiebra que ya acumula innumerables resoluciones, apelaciones y denegaciones en los distintos estamentos tribunalicios; y la segunda es la que menos deseo sospechar o deducir: que exista alguna maniobra espuria y se especule con un gran negocio inmobiliario teniendo en cuenta las dimensiones no solo de la propiedad de calle San Martín sino también de unos terrenos en Bajada Grande involucrados en la quiebra de mi padre.

– Se desprende de manera tácita que el segundo punto se constituye en una virtual denuncia.

– Con el juez Moia nos conocemos desde hace muchísimos años y nos une una relación de profundo afecto en materia familiar. Procuro no dudar de la honorabilidad, de la probidad del magistrado; sin embargo, su cambio de marzo de 2017 a hoy es indudable, indisimulable. Moia dijo una cosa sin haber sido investido, y ungido como tal, actúa distinto. El cambio fue ostensible más allá de él asegurar que solo actúa ajustado a Ley.

– Tuviste contacto con él antes de que el Senado le dé el acuerdo constitucional para ser nombrado juez en el juzgado Civil y Comercial Nº 9….

– Sí. Apelé a su asesoramiento ante un parcial o provisorio alejamiento con mi hermano y al denotar que nuestro abogado en la Sucesión no podía acompañarnos en este proceso, y a la vez, de hecho, nos había desatendido por comprensibles vicisitudes en el plano familiar. Moia nos recomendó inicialmente un letrado con matrícula suspendida, y luego nos presentó al abogado Guillermo Casanova, socio del diputado provincial, Esteban Vitor. Por aquellos días, Moia me había dicho que nos quedáramos tranquilos, que buscáramos inversores o fondos para levantar la quiebra y que una vez él asumido, en diciembre se haría cargo del caso trasladado desde el Juzgado del Dr. Roberto Croux, juez Civil y Comercial N° 5. Ya con el expediente en mano, pasaría a analizarlo meticulosamente, por lo cual tendríamos el tiempo prudencial para allanar vías de solución. Pasó todo lo contrario. Como si algo lo presionara, aceleró todos los pasos tendientes a este remate que acaba de fijarlo para el 6 de marzo del 2019.

– Más allá del presentimiento, de lo conjetural, y/o de lo que describís como un aceleramiento del proceso, ¿hubo alguna otra señal que te despierte dudas?

– Lo más evidente fue habernos convocado a fines de mayo a una audiencia de realización de bienes en la cual estaban presentes síndico, martillero y sorpresivamente dos interesados en la compra de la quiebra, cuando el propio Moia le había negado a mi abogado, por él aconsejado, una supuesta tratativa del propio martillero quien se presentó a mi domicilio ofreciéndome una negociación extra-judicial. De repente, todo cerraba para los demás menos para nosotros que asistimos a esa audiencia sin propuesta alguna elevada. Totalmente vulnerables.

– ¿Qué reacción tuvo tu abogado?

– Inicialmente sorpresa. En sí, durante toda la audiencia se mantuvo azorado, estupefacto, viendo que el desarrollo de la misma no condecía con la palabra preliminar de Moia. Luego de ese fatídico martes 22 de mayo, Casanova cambió su postura y vio con otros ojos al juez con quien había compartido su carrera universitaria y con el cual hasta esta causa mantenía una muy cordial relación. Paralelamente se fueron dando otros signos en cuanto a que la promesa de Moia se había hecho trizas. De manera esencial, la mecánica denegatoria de todas y cada una de nuestras presentaciones.

– ¿No les concedió una nueva audiencia?

– No. Salvo una en la cual se reunieron Casanova, y el Dr. Hernán Lell, mi abogado en el juicio contra LT 14. Ese día, Moia les confirmó que no aceptaría ninguna propuesta y que fijaría fecha de remate, lo mismo que el 23 de mayo, en plena intervención quirúrgica de mi madre en el Sanatorio La Entrerriana, le había anticipado a una letrada de notable predicamento, muy amiga de mi esta Familia.

– Un cambio rotundo.

– Inexplicable; generando un brote de suspicacia incontrovertible.

– ¿Trataste de despertar el interés de otras esferas judiciales, del Poder Ejecutivo y Legislativo?

– Sí; pero los contactos establecidos han sido mayoritariamente infecundos, improductivos, salvo escasísimas y obviamente honrosas excepciones. Hubo promesas de revisión por parte de una alta autoridad del Ejecutivo estrechamente vinculado al Poder Judicial por su función, pero ya ni siquiera atiende el celular para contestar como mínimo por cortesía. Esa descortesía que he cosechado se transforma en agravio. En tanto que un legislador amigo, cuando lo llamé, lamentablemente atravesaba un complejo momento familiar y solo atendió mis llamados o mensajes a través de sus secretarios. Le he enviado distintos artículos periodísticos acerca de tan aguda coyuntura y cero respuesta; salvo la contención humana de sus secretarios. La única persona que ha mostrado real interés en procurar distintas soluciones ha sido el vicegobernador Adán Bahl, demostrando una vez más su hombría de bien, su excelsa humanidad. Su estar bien cerca de la gente no demagógicamente como otros actúan. Por algo tanto lo quieren a lo largo y ancho de la ciudad y la provincia.

– Citaste el Poder Judicial. ¿Tampoco hallaste algún símbolo que represente una salida positiva en concreto?

– Hubo la intención de un acercamiento con el Dr. Castrillón a través de un nexo, pero evidentemente también quedó al desnudo de su parte una nula predisposición en rectificar el rumbo. Como si le interesara más los 18 años de pleitos, en vez de interpretar, de discernir sabiamente que mi pobre madre, yo, mi esposa e hijos no queremos dilatar nada de modo ilegítimo sino pagar lo que corresponde. Es como que a la Justicia no le interesa una anciana discapacitada y un menor, menos la angustia de este ya viejo periodista y su núcleo familiar. Hoy, para la Justicia, la prioridad es la síndico y el martillero. Ni siquiera los demás acreedores que quizás terminen recolectando migajas. Inevitable ser susceptibles con este proceder tan controvertido de quienes tienen que garantizar el Derecho.

– ¿Intervino el Defensor General Maximiliano Benítez?

– Sí. Infructuosamente. Argumentó que él podía evitar el desalojo de mi madre y del menor, pero no interferir en el proceso del remate, o sea no podía evitarlo. Su respuesta fue extrañamente rápida, expeditiva, cuando tal vez merecía un exhaustivo análisis. De hecho que esperábamos ese elemental gesto. Que dedique más tiempo a un puntilloso análisis. No fue así.

– ¿Diputados, ediles?

– Hablé telefónicamente con alguien muy vinculado, íntimamente al presidente de la Cámara Baja con quien siempre mantuve una afectuosa relación, pero no; no hubo saldo positivo. Pudimos haber tratado por el lado de Esteban Vitor, socio de Casanova, pero mi propio abogado desistió en involucrarlo. Disiento, pero respeto. Discrepo, pero acato su determinación. En cuanto a los concejales, mi hija Manuela, dialogó con algunos pero no se mostraron activos. Le prometieron que con el correr de las horas evaluarían que se podría hacer, pero tal vez no tienen tiempo para dedicarle a esta causa. Digamos que profundizaron la desidia de la clase política ante esta condenable injusticia.

– ¿Defensoría del Pueblo?

– Pablito Donadío y Luis Garay me atendieron con suma amabilidad. No obstante, adelantaron que institucionalmente nada pueden hacer, pero se comprometieron a reunirse a principios de la semana venidera para evaluar posibles pasos a dar. Al menos, lucieron buena actitud.

– Inevitablemente se denota una honda desilusión no solo por el proceder que describís de Moia sino también precisamente, con lo que narrás, por esa supuesta nula intervención gubernamental o de la clase política….

-Es que el juez ha puesto de relieve la dilatación del proceso, los casi 18 años del Concurso y Quiebra de mi padre, pero no valora mi predisposición a poner fin a la causa cumpliendo con la obligación respectiva. Yo no quiero que esto se siga dilatando en contra de la síndico o del martillero; mucho menos de los acreedores con quienes he hablado en un 90 % cosechando respuestas positivas a mis pedimentos. A la vez, pensé que el Gobierno podría, básicamente, haber aportado no solo mayor asesoramiento para enriquecer nuestra defensa sino a la vez, intercedido -sin apremios- en defensa de una anciana discapacitada y de un menor, reflejando una postura de mayor interés por tan delicada situación. No pocos me han preguntado si alguien del Gobierno tiene alguna pretensión encubierta. Me resulta incomprensible, inentendible, pensando en lo que se viene de un año electoral. Claro está… hay silencios sugestivos. Mensajes de texto, de whatapp con vistos clavados y sin respuestas. Para colmo, tal cual te lo dije segundos atrás, de cierto funcionario amigo del Ejecutivo que podría con su mera erudición, con su pericia o conocimiento en la materia, activar otros resortes. Pero, en definitiva, no me voy a quedar cruzado de brazos suponiéndolo. Para ser más específico, he indagado puntos muy básicos y de repente me entero que el responsable de la remodelación de la fachada de la Casa de Gobierno es el padre de Moia, quien a su vez tiene otras obras en museos de la Provincia o sin ir más lejos, la fastuosa reestructuración del edificio tribunalicio.

– ¿Más particular querés decir?

– Siempre pensé que había recurrido a un letrado probo, íntegro. Hoy, no puedo disimular mis dudas. No culpo, no acuso, no injurio. Solo narro lo que se revela en el expediente y lo condimento con datos que hacen brotar la desconfianza en forma inexcusable.

– ¿Ninguna organización de Derechos Humanos ha intercedido?

– Lamentablemente no. Ni Derechos Humanos ni organismos gubernamentales relacionados, que podrían básicamente expedirse públicamente. Ojo que con la gente de Derechos Humanos no he hablado de modo directo. He procurado, reitero, llegar a través de funcionarios a quienes considero amigos. Tal vez el cortocircuito con los DDHH esté allí, en quienes creí que podrían abrirme puertas. En las últimas horas mi hija Manu comprobó elogiables gestos de Nadia Burgos, una luchadora incansable por los Derechos Humanos, pero aún no nos hemos sentado a dialogar. No tengo el gusto de conocerla salvo en la faz periodística. Ojalá sea un encuentro fructífero.

– Pensando en tu madre discapacitada, ¿la gente del IPRODI nada ha dicho?

– No hemos recurrido directamente. Sí, he tratado de conectarme telefónicamente con Cristina Ponce, pero no lo he logrado. Tal vez el número de móvil que me dieron no pertenece a ella. Nos conocemos desde pequeños. Ella conoce muy bien a mi madre y conocía a papá. Es una funcionaria que trabaja las veinticuatro horas, ejemplar. Pero no pude aún comunicarme.

– Si la ley o el Código de Quiebras ampara a Moia, ¿en qué se equivocaron Uds.?

– En confiar demasiado, diría devotamente, en que Moia se tomaría su tiempo y no aceleraría tanto el diligenciamiento de todo el rito procesal, denegando cada una de nuestras presentaciones.

– ¿No fallaron también en los tiempos de solución?

– Fríamente, obvio que podría admitirlo. Pero también es fácilmente deducible que fue absolutamente distinta mi posición a la de los últimos 17 o 18 años. Junto a nuestro abogado hablamos en todo momento de acordar. Solo pedimos el tiempo prudencial habida cuenta de la grave crisis socio-económica que atraviesa el país. Te repito, con una acérrima autocrítica, me equivoqué en creer ciegamente en Ángel Luis Moia. Nosotros no dilatamos nada. Sí esperamos se nos confirme el otorgársenos los plazos moderados para elevar propuestas serias, convincentes a los acreedores, o tentar a eventuales inversores. Cerrar acuerdos para que luego Moia los rechace no era serio. ¿Y si solucionaba y al ir al Juzgado tenía negativas como todo lo que he ofrecido se me ha denegado?

– ¿Cómo será pasar las Fiestas pensando en que luego de la Feria Judicial se procedería al remate?

– Horrible. Ni siquiera esto tuvo en cuenta Moia. Pudo esperar a fijar fecha en marzo o abril, para mayo-junio-julio, y en ese interín concedernos el tiempo razonable para solucionar definitivamente la cuestión. Pero no… volvió de una licencia este lunes pasado 3 de diciembre, y el mismo lunes, en cuestión de horas, fijó fecha de remate para el 6 de marzo del 2019, sin base. Muy sugestivo.

– ¿Sin base?

– Exacto. Sin base. Un horror. Inconcebible. Difícil poder interpretarlo sanamente. Moia termina generando hipótesis que empañan su trayectoria, pero a la vez deja entrever un rechazo a todo gesto humanitario para con una Familia que precisaba justamente de comprensión, de tolerancia.

– ¿Se puede saber de qué monto de deuda estamos hablando?

– Máximo, un millón setecientos mil pesos, pero con quitas y otras operaciones respecto a intereses, podríamos hablar de un millón trescientos.

– ¿Y el valor del inmueble?

– Depende de cuál. Pues antojadizamente, y hasta podría pensar que fraudulentamente, van por la casa de calle San Martín 1475, pero también están unos amplios terrenos en Bajada Grande, una parte anegadizos y otra intrusada, con los cuales tranquilamente se saldaría la deuda pensando en el loteo que allí podría concretarse. Siendo directo a tu pregunta, la vivienda, o en sí, el terreno, mide aproximadamente trece metros de ancho por casi cincuenta de largo o fondo. O sea, entre siete y diez millones de pesos. Hablamos de un predio a dos cuadras de la Peatonal. Por eso es insoslayable imaginar que más que remate parece un negocio inmobiliario.

– ¿Qué resultado puede tener la apelación? Me imagino que procederán primariamente a eso…

– Siguiendo la tendencia, contemplando la postura intransigente del juez, el pronóstico es adverso. Pero tal vez Moia reaccione, nos convoque, pueda discernir el error cruel que está cometiendo, y se rectifique. Esa es mi ilusión. No pierdo la fe, la esperanza, en Dios, la Virgen, Todos los Santos, y muy especialmente en San Expedito, Santa Rita y el Cura Brochero.

– ¿De no ser así?

– Seguiremos hasta las últimas consecuencias.

– ¿Eso incluye una eventual recusación?

– Obviamente, no es mi deseo. Pero no tendría más remedio que intentarlo. Antes buscaría una revocatoria y/o una nulidad. En verdad de esto me gustaría que hable mi abogado. Por ahora he procurado no mezclarlo, y preferí que se dedique íntegramente a la defensa del caso mientras yo pongo la cabeza ante los medios.

– ¿Estarías dispuesto a reunirte con Moia para reformular un acuerdo?

– Es lo que más deseo. Por mi madre anciana y discapacitada, por mi hijo menor, por mi Familia. Por estas horas hay un colega de notable predicamento, avezado, un periodista de esos que se formaron y se rompió el molde, quien procura establecer contacto con el juez propendiendo a que nos sentemos a dialogar. Yo estoy dispuesto. Hay una relación amistosa, de profunda valoración entre el magistrado y yo como entre el juez y toda mi Familia, como para terminar mancillándola así. Tengo fe que el espíritu imperante en la previa navideña lo haga recapacitar antes de la Feria Judicial y así podamos transmitirle a mi madre Buenas Nuevas.

– ¿Y los acreedores qué dicen? De llegarse a un remate, serían tan damnificados como ustedes. Más aún en un remate sin base.

-Precisamente eso deben comprender los acreedores. Lo que fue un ciclo, una etapa, con mi padre y mis hermanos buscando su Justicia, y mi proceder abierto a componer la situación, haciendo lo que debe hacerse, pagando. Agradezco eternamente el comportamiento de los asesores legales de AFIM, el Dr. Buffa; de ATER, el Dr. Pereyra; de Caja Forense; del Banco Galicia, Dr. Horacio Pietranera; y del Banco BICA, Dr. Tomás Federik, que lucieron posturas loables. Como espero que arribemos a un convenio fecundo con el apoderado del Banco Francés, Dr. Raúl Mullor. Solo necesito hasta fines de abril, mediados de mayo, esperando que la situación del país cambie. Hoy, insisto, apelar a un crédito es firmar mi acta de defunción porque sería casi imposible pagarlo más allá de la enorme buena voluntad que han evidenciado desde el Banco de Entre Ríos, con una atención formidable del gerente, Sergio Haag, y de un funcionario ejemplar como Alfredo Gaggión. Esos rasgos de plena humanidad hallados en esta institución, no los hallé en el Poder Judicial, Ejecutivo y del Legislativo, salvo la loable conducta del vicegobernador.

– Durante casi 18 años llevaron adelante la defensa de la casa tu padre y tu hermano Mayor. Vos sos designado representante de la Sucesión, y en pocos meses solo se vislumbra un casi inexorable remate. ¿Sentís que le fallaste a tu padre o a tu hermano?

– En parte sí. Me choqué contra una realidad infausta. Que la Justicia argentina está en terapia intensiva en cuanto a su honorabilidad. Pero mi consciencia está serena. He dado lo mejor no siendo abogado, y como no ocurrió desde hace casi 20 años, hablé junto a mi abogado con cada uno de los acreedores y tengo comprometidas sus avenencias. Estoy seguro que mi padre debe estar orgulloso de mí más allá del criterio que supo exhibir junto a mis hermanos y con el cual no coincido, aunque hoy, viendo el comportamiento de esta Justicia controvertida, al final debo admitir que quizás el equivocado, el iluso, el ingenuo, he sido yo.

– Última pregunta… ¿Tenés algún Plan B pensando en tu madre?

– La prioridad es que recapacite Moia. De no rectificar su actitud, agotaremos todas las vías judiciales, en el marco de la Ley, todas, sin que nos tiemble el pulso. Y ahí hay Plan B, C y quizás D. La última sería hacer el pésimo negocio de sacar el dinero que no tengo, y comprometerme por no menos de diez años, rezando para que todo mejore. Pero si no obtengo de Moia un replanteo moral, ético, humanitario, cualquiera de los planes involucra que no saldrá bien parado suceda lo que suceda. En verdad, desde hace unos días, gracias a todos Uds., Moia sabe que está siendo observado me animo a decir más que nunca. Pero hay algo más… La Justicia, el Gobierno, la Clase Política, también lo está. No todos los días se remata a una anciana de 87 años, en un grave estado de salud, discapacitada motriz, que pasa la mayor parte del día en una cama ortopédica o en silla de ruedas, y de un menor de edad que solo busca crecer en armonía, en paz. Moia, subordinados, camaristas, miembros del Superior y hasta la Corte, tienen en sus manos el confiar en mi palabra. Solo quiero un plazo razonable para cerrar con todos los acreedores y conseguir el dinero pertinente sin hipotecar mi vida, la de mi esposa y la de mis hijos. No es tan complicado. Salvo que, atrás de todo, haya una codicia, una avidez, una apetencia viciada de indecencia, obscenidad y hasta torpeza por perpetrar semejante arbitrariedad de manera tan elocuente.