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Otra vez sopa… incidentes en la inauguración de la Feria del Libro

Una vez más, la apertura de la Feria del Libro fue accidentada. Como si fallara la prevención, como si se tratara de un “Clásico” inevitable, ganó el enfado, la irritación, la rabia y como ya pareciera una tradición, el blanco de las críticas febriles fue el secretario de Cultura de la Nación, Pablo Avelluto. Los incidentes no pasaron de insultos, amenazas y turbulentos empujones. El operativo de disuasión y/o dispersión sí fue exitoso. Pero el mal trago y la mala imagen ya estaba generada sin lograr evitarse por carencia de previsibilidad en cuanto a “Inteligencia”.

 

En apenas dos horas, en el mismo espacio se agitaron los pañuelos verdes del aborto, se habló de maratones literarias, se pidió una reforma impositiva para la producción de libros, se habló de nuestro mutuo amor con Barcelona y del colonialismo europeo, la oradora principal, Rita Segato, pidió desobediencia y que “no deleguemos el arbitraje de nuestra vida erótica a un tercero”. Y por segunda vez se abucheó a un funcionario –Pablo Avelluto, secretario de Cultura de la Nación– al punto de que aunque dio su discurso –“no voy a dejar de hablar”, advirtió– prácticamente era imposible escucharlo. Bienvenidos a la apertura de la Feria del Libro de Buenos Aires.

 

La inauguración venía cargada con los hechos del año pasado: un grupo había irrumpido gritando contra la Unicaba, la Universidad docente que acabaría con los profesorados. Ni Avelluto ni el ministro de Cultura porteño, Enrique Avogadro, pudieron hablar.

Por eso, esta vez, la organización implementó un sistema de invitación. Avogadro habló pero cuando llegó el turno de Avelluto unos veinte jóvenes se pararon, con cartulinas y algunos instrumentos musicales y cantaron: “Abriendo escuelas, para luchar, bachilleratos de educación popular”.

 

La seguridad los hizo salir, se cerraron las puertas de la sala Jorge Luis Borges de la Feria y la flamante presidenta de la Fundación El Libro, María Teresa Carbano, fue en persona a tratar de calmar a los jóvenes que, explicaron a Clarín después, traían un petitorio hacia la Dirección de Escuelas de la Provincia de Buenos Aires y el Ministerio de Educación porteño.

Desalojados los más fastidiados, parte de los invitados se pararon, giraron para darle la espalda a Avelluto y aplaudieron durante todo su discurso.

 

Las manifestaciones continuaron puertas afuera de la sala; eso no amedrentó a los manifestantes que forcejearon con las fuerzas de seguridad para entrar y hacerse oír.

A medida que Avelluto avanzaba en su discurso, los manifestantes comenzaron a subir el volumen de sus voces y el secretario de Estado, luego de varios minutos en los que intentó proseguir, debió detenerse y contestó: “Por más que intenten interrumpir no pienso parar de hablar”.

 

Un grupo de 8 docentes logró superar las medidas de seguridad que rodearon el encuentro y con banderas, carteles y sobre todo gritos se salieron con la suya, reclamar por aumentos de salarios y mayor financiamiento para los bachilleratos populares; mientras que una parte de los asistentes elevó sus pañuelos verdes para expresar su deseo de oír a Rita Segato, la última oradora de la noche.