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Los precios se dispararon y no hubo sinceramiento

ESPECIAL (por Francisco Pancho Calderón).- Conocido el resultado del Ballotaje/Ballottage, en los últimos días de noviembre se produjo una escalada de precios inconmensurable. Tan solo los valores de la canasta alimenticia y de higiene ocasionaron un desfase espantoso que se notó en el poder adquisitivo y/o de consumo en estas Fiestas. El Pueblo argentino aceptó sumisamente tan execrable asalto a nuestros bolsillos. Finalmente, el dólar no se disparó insensatamente, sin embargo, no bajaron los costos. Ahora… ¿Podemos exigir, de un día para el otro, soluciones inmediatas a semejante inequidad?

 

Subjetivamente, concebimos ser fieles defensores de respetar el proceso que conllevan los cambios, las transformaciones.

Creemos que es JUSTO darle tiempo a nuestros nuevos gobernantes. Consideramos que debemos actuar con NOBLEZA y en la introspección imprescindible, discernir que fuimos protagonistas, parte trascendente de los aciertos y los errores de quienes nos gobernaron.

 

Por ende, no debemos, esperar que de la noche a la mañana surjan las soluciones a las cuestiones que nos provocaron ostensible perjuicio en otras gestiones, y que supimos tolerar estoicamente.

No renunciemos el bajar las banderas del reclamo prudente, de la exhortación oportuna. Ese espíritu de defender lo ecuánime, lo razonable, lo imparcial, y de la manera más PACÍFICA posible sin promover daños a NADIE.

 

Está claro que el desequilibrio pronunciado a nuestras billeteras, a nuestras cuentas, ocasiona un menoscabo, un detrimento, una desventaja angustiante.

Es innegable, indiscutible, que nuestros ingresos en concepto de salarios quedaron por el piso en la relación percepción de haberes y actuales egresos.

 

Y, obviamente, ello trae aparejado un quebranto, una pérdida que es necesario reparar pues los damnificados somos millones.

Sin embargo, debemos propender a actuar con mesura. Nos sometimos, claudicamos a nuestros derechos inalienables de ser tenidos en cuenta por empresarios, comerciantes, productores, industrialistas y hasta por el mismo Estado que NO CONTROLÓ lo que DEBÍA Y PODÍA CONTROLAR.

 

Por lo cual, con menos de un mes de gestión de Macri-Michetti en Nación y de Bordet-Bahl en Provincia, resulta ilusorio, ficticio, IRREAL que haya una solución inaplazable, inminente, terminante.

Catalogamos como una medida coherente el pretender, el demandar, que se termine esa deplorable tendencia inherente a que los sueldos suben por escalera y los precios por ascensor.

 

Y nos ponemos en el lugar de quiénes nunca apelaron a un Plan para sobrevivir con dignidad y hoy ya no les alcanza para alimentarse o higienizarse.

Interpretamos las prioridades de Macri, de Bordet, pero es ineluctable, forzoso, que los políticos no se tomen vacaciones, tampoco los sindicalistas, y hallen un remedio a tan profunda desigualdad.

 

Ir a la carnicería, a la pollería ya es un lujo. Nos animamos a decir que entre el 22 de noviembre y hoy no hubo menos de dos aumentos. Ídem con la leche y otros tantos productos.

Ni hablar de los productos de limpieza del hogar como de la higiene personal. O los remedios.

 

También podemos referirnos al mantenimiento de un vehículo, sin citar los repuestos. O la construcción.

Estamos cerrando el 2015. Que sea en paz, en armonía. Hay una ebullición social creciente. El humor de la gente está cada vez más ofuscado. Es inexcusable, imperioso, que nuestros gobernantes apelen a ideas renovadoras para dar oxígeno a la ciudadanía.

 

Quizás, tal vez, momentáneamente, mientras las autoridades se sientan a discutir, a debatir con los gremios, el remiendo, el parche, sea acordar Gobierno con las entidades bancarias para reforzar líneas crediticias, líneas de refinanciación, mientras se sinceran los precios, las tarifas, los valores por servicios diversos, en especial, se reestructura, se ahonda, se profundizan los controles pertinentes respecto a quienes y por qué aplicaron tan feroces aumentos.

 

De algo no tenemos la menor duda. El sentarse a una mesa de diálogo social es la llave para la estabilización económica de mediano plazo. Mientras, hay millones de argentinos que pedimos respetuosamente la institución de paliativos para nivelar, compensar, un tambaleo inquietante, perturbador, hostil, de nuestras finanzas y nuestro estado de ánimo.