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La Educación no es prioridad

ESPECIAL (por Francisco Pancho Calderón).- En los últimos 30 años, la agenda de los argentinos ha girado en torno de tres ejes: inflación, desempleo e inseguridad. La educación no constituye un tema prioritario en la lista de los principales problemas de la sociedad. Pero menos de la clase política que en cada ciclo electoral colma de promesas al electorado. Este dato de la realidad muestra la necesidad de reposicionar la demanda de una educación de calidad.

 

En la actualidad, la agenda de los argentinos está dominada por los problemas de la inseguridad, la inflación, el dólar, la violencia de género, el aborto y la corrupción. Les siguen los problemas de las drogas, el alcohol y del desempleo. Pero a la vez, desde radios, TV y web y redes sociales crece execrablemente el tratamiento de temas frívolos, triviales, ligeros. Da la sensación que la sociedad (en general….) vive el presente de modo superficial, insubstancial y opta, prefiere por evadir lo esencial, lo fundamental, lo trascendente.

 

Entonces, la cola de “La Sobri de Pérez”, los “dramas” del Bailando, las rupturas o amoríos de la farándula, los “culebrones” del verano, las nuevas series de Netflix y tantas tramas o cuestiones pueriles son elementales y desplazan incuestionablemente al desvelo por conseguir una profunda mejoría de la política educativa argentina.

 

Ni hablemos de Instagram, Snapchat, Facebook, WhatsApp, o las ofertas por viajar y mandar selfies a rolete para que todos quieran gastar lo que no se tiene y endeudarse hasta la médula por lograr, quizás, tal vez, abstraerse un rato de un sinfín de frustraciones, o simplemente querer sentirse un ratito fuera de la impotencia, de la desgracia, del fracaso.

 

Para la mayoría de los ciudadanos, sus principales preocupaciones tienen que ver con asuntos que requieren respuestas y gestos políticos inmediatos.

Por esta razón, no sorprende que la educación no tenga nivel prioritario si nos atenemos a proyectos que requieren una planificación que debe ir más allá de uno o dos períodos de Gobierno como sería el caso de un proyecto educativo y cuyos efectos no siempre se ven en el corto plazo.

 

Quienes conducen en democracia suelen preocuparse básicamente por lo que califican urgente mediante la recolección de datos de especialistas, consultores y hasta a partir del aporte de la prensa que forma opinión.

Los políticos van en busca de lo que da réditos electorales inmediatos. Por eso se requiere una opinión pública consciente de la importancia de la educación para que el Gobierno que la representa le otorgue prioridad al tema.

 

Parecería que la sociedad argentina no tiene aún verdadera conciencia del problema educativo. La evaluación PISA 2012, que mide los logros educativos de alumnos de 15 años, muestra que la Argentina ocupa el puesto 59 entre los 65 países participantes, y el sexto lugar entre los ocho latinoamericanos. Y no alcanza el nivel 2 en lectura, lo cual implica que la mitad de los estudiantes no entienden lo que leen.

 

Y en la última encuesta global WVS, que indagó acerca de la preocupación por no poder dar una buena educación a los hijos, la Argentina figuró en la posición 40 entre las 48 naciones, con sólo un 22% manifestándose muy preocupado.

 

El mundo del conocimiento científico empieza a demandar mucho más que los tradicionales saberes del pasado: se busca que las personas puedan leer y comprender textos diversos, analizar fuentes de información diferentes y evaluar procesos, entre otras competencias.

El desajuste entre lo que la escuela enseña y lo que la sociedad y el mercado de trabajo les piden a los jóvenes es muy grande y la escuela secundaria no está consiguiendo cerrar esa brecha.

 

Mejorar la educación argentina no es sólo tarea de autoridades: también requiere la participación activa de la sociedad civil para que presione a los líderes a fin de que se implementen los cambios necesarios.

Una opinión pública consciente y activa es indispensable para generar las acciones y los cambios de comportamiento necesarios en los distintos actores: gobiernos, directores, docentes, estudiantes, padres y sociedad civil en general, para alcanzar juntos una mejor calidad de educación para todos.

 

Es indispensable que la ciudadanía conozca y entienda los desafíos que nos plantea la mejora de la educación argentina. Si no estamos a la altura de este compromiso, si no logramos que nuestros jóvenes reciban la formación requerida en estos tiempos de cambio permanente, donde lo fundamental no es repetir conceptos establecidos sino tener bases sólidas y formación intelectual para la adaptación y el cambio, no estaremos simplemente atrasados, sino que perderemos el tren de la historia.