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Inmigración y asistencialismo infecundo: solidaridad fugaz y mal distribuida

Sería espléndido poder brindarles un abrazo solidario y ofrecerles viviendas y puestos de trabajo a todos los desposeídos que habitan áreas marginales de la Capital entrerriana. Creemos que es justo ayudarlos, asistirlos, protegerlos, ampararlos ante lo coyuntural. La pregunta inevitable es ¿qué hacer con un crecimiento vertiginoso y abrumador de los asentamientos? La actuación oportuna y tan valiosa como loable de los organismos de Desarrollo Social ya no alcanza. El clima no ayuda, la crisis socio-económica de la Argentina, menos. Ahora, ¿alguien nos podría contar si hay censos permanentes de estos segmentos donde impera una indigencia escandalosa? ¿Nadie se percata de la irrefrenable inmigración que sufre Paraná? Pero sí después de cada lluvia hay que ir a las Villas a entregar colchones, frazadas, lonas, plásticos, chapas y maderas, cada aporte es estéril. Una dádiva efímera, fugaz. Peor aún…repetitiva.

 

Pese a que varios “ejemplares” de la clase política utiliza la retórica demagógica en lo inherente a la defensa de “los que menos tienen”, en los últimos años la realidad nos muestra que la cantidad de excluidos del sistema social aumenta sin pausas y con mucha prisa. Y ese incremento se hace más palpable en las villas de emergencia donde pululan inmigrantes.

 

Más allá de la difícil realidad de quienes viven en los asentamientos, lo dramático es el ritmo de crecimiento de estos en los últimos años, tanto en número como en cantidad de habitantes.

Son miles, miles y miles de personas las que viven en condiciones de miseria y hacinamiento en ésta bendita tierra. Es una estadística que NO SE PUEDE DEBATIR pues tan aciaga REALIDAD proviene de décadas.

 

Lamentamos acentuar una idea… uno de los aspectos neurálgicos en cuanto a evitar que las villas sigan creciendo es CONTROLAR de modo estricto, en cada punto fronterizo de la provincia, el ingreso HOY TAN SIMPLE de nuevos inmigrantes y, obviamente, proceder a desactivar toda célula ilícita que ACTIVA lo ilegal.

 

Claro… Nos han dicho que hablar de esto es políticamente incorrecto pero… ¿qué político puede negar la existencia INDUDABLE de una marea incesante de desterrados, muchos de los cuales terminan instalándose en las villas de emergencia, algunos viendo como irreversible ese ingreso y otros “seducidos” por quienes los van a esclavizar?

 

Pero amén de aquellos emigrados que solicitan formalmente su residencia en Migraciones, están aquellos que NO LO HACEN y nos animamos a concebir que también son decenas de miles y miles los indocumentados radicados con papeles apócrifos viviendo en medio de un quebrantamiento absoluto de las leyes migratorias.

 

Y es paradójico… si bien las condiciones de vida en las villas están marcadas por una cruda y cruel mezcolanza, la inseguridad y la miseria, los condenados a este exilio de sus países o provincias nativas saben que a la corta o a la larga van a contar en Paraná con educación escolar para sus hijos, atención médica, asistencia social, televisión satelital gratuita, agua y servicio eléctrico “sin cargo” por las “colgadas” cada vez más “naturales”.

 

La Ley de Migraciones de 2004, y sus innovaciones de 2010, son los instrumentos que están permitiendo el flujo legal de personas, el cual sería bienvenido si tuviéramos para ofrecerles a los que ingresan algo más que incorporarlos a bolsones de pobreza.

 

A nadie se le ocurre pensar en establecer impedimentos discriminatorios o segregacionistas contra los inmigrantes, ni establecer procedimientos de zonificación, pero tampoco tiene lógica facilitar activamente el ingreso de pobladores de dudosa cualificación que, muy probablemente, van a pasar a incrementar el porcentual de habitantes bajo la línea de pobreza.

 

Abrir las puertas en forma plena e irrestricta no favorece a nadie. Y admitir la expansión de las villas es sólo postergar la solución, tanto para los paranaenses que viven en ellas como para los miles que fueran exiladosy ya radicados allí.

 

¿No sería más lógico frenar la expansión y concentrar los recursos en ayudar a los que ya están instalados? La falta de puestos de trabajo y la baja cualificación laboral de muchos de los nuevos inmigrantes los condenará a ser nuevos esclavos hasta de “líderes” de dichas villas. Eso constituye una grave falta a las políticas que protegen los Derechos Humanos.

 

Hoy, el Estado en todas sus jurisdicciones, asegura el acceso igualitario a los inmigrantes y sus familias en cuanto a condiciones de protección, amparo y derechos; ervicios sociales, bienes públicos, salud, educación, justicia, trabajo, empleo y seguridad social.

 

Daría la sensación que no se evaluan el impacto de los flujos migratorios en lo inherente a pobreza, vulnerabilidad y marginación. Por lo cual, si queremos promover esa inclusión social, necesitamos con urgencia un plan para reconvertir las villas y urbanizar los asentamientos, como de modo fundamental, gestar una acérrima revolución productiva en pos que HAYA TRABAJO PARA TODOS, TODAS, TODES.

 

Pero es inevitable tener en cuenta que la actual política migratoria, lamentablemente, apunta en sentido inverso, ya que contribuye, quizás sin quererlo, al incremento del número de excluidos en nuestra sociedad.

La política inmigratoria entrerriana ha sido contradictoria desde el comienzo, pero sus consecuencias agravaron la situación en los últimos treinta años.

De este modo, mientras la Provincia continúe con su permisividad, la degradación de la sociedad y de las instituciones seguirá su camino inexorable.

 

La puerta abierta de manera irrestricta, como actitud, no es, ciertamente, una política. Es apenas una actitud. Quienes quieren habitar el suelo provincial deberían saber dónde pueden hacerlo con mayores posibilidades de obtener trabajo, de acceder a una vivienda digna y de contar con la educación y la sanidad adecuadas para los suyos, evitando lo que ocurre a diario: el sobrevivir en condiciones de hacinamiento.

 

No menor resulta el impacto que sufre el sistema de salud en la atención de un cada vez mayor número de inmigrantes. Si bien muchos de ellos son residentes y se enferman en nuestra ciudad, otros se desplazan para acceder a los beneficios de una atención de calidad a la cual no tienen acceso en sus provincias o hasta países de origen. Diferentes estudios han demostrado que los hospitales públicos gastan una altísima cuota de su presupuesto para la atención de pacientes provenientes de emigrantes llegados a la Capital de Entre Ríos.

 

Es un tema que exige un HONDO DEBATE no solo del Oficialismo u Oposición, sino requiere un PLEBISCITO PÚBLICO.

El ordenamiento constitucional argentino, inspirado en lo esencial y de modo muy particular en aquella materia por Juan Bautista Alberdi, tuvo la virtud de comprender lo que significaría la inmigración en un país donde, por entonces, estaba prácticamente todo por hacerse.

 

Alberdi sabía que era urgente la ocupación orgánica y no de cualquier manera, de un país cuya vastedad territorial se debatía a mediados del siglo XIX en la soledad, con amplias franjas de suelo soberano fuera del alcance de la ley nacional y de las jurisdicciones de las provincias. Sabía que en un contexto como ése gobernar era poblar, pero poblar de manera de introducir con cada inmigrante la semilla fértil de la civilización.

 

El problema de la inmigración no está en nuestra ley fundamental ni en el contenido de la ley promulgada en 2004, sino en la postura incoherente de nuestra clase política.

Del mismo modo, las críticas que se formulan a una inmigración desordenada, y muchas veces al margen de las estipulaciones legales, son calificadas de xenófobas por el populismo, que medra con las pobres criaturas que se atraen al país para terminar hacinándolas en caseríos inhumanos.

 

La Política Inmigratoria es una de las herramientas de gobierno más potentes a la hora de producir cambios profundos en una Comunidad. Mediante la inmigración, se puede inyectar en la población elementos dispuestos a integrarse al Pueblo y que, con su ansia de trabajo y su capacidad creativa, realicen aportes positivos que beneficien a toda la sociedad en su conjunto.

Pero la Política Inmigratoria también puede ser una herramienta que en malas manos, puede utilizarse para degradar, someter.

 

Hoy en día la inmigración cumple tristemente un rol negativo para nuestra Comunidad. No apunta a la atracción e integración de aportes migratorios positivos, sino que es un factor de aumento de la delincuencia y la violencia, de ocupación ilegitima de hogares y terrenos, de servilismo social, educativa y sanitaria de barrios completos, de destrucción del trabajo argentino y del saqueo del sistema de ayuda social. No es una herramienta para el Pueblo, sino para el clientelismo político, los delincuentes y el narcotráfico.

 

Estamos convencidos que no se tiene en cuenta la capacidad de recepción de personas de nuestra ciudad, no se tiene en cuenta el impacto en la economía que se produce al recibir grandes cantidades de inmigrantes.

No se regula la inmigración según las necesidades reales de la Comunidad, ni se apunta a atraer a determinados inmigrantes discriminándolos de otros; daría la sensación que da lo mismo un ingeniero nuclear que un violador serial.

 

Solo se tiene en cuenta los intereses de la Clase Política y de la clase históricamente beneficiada por ella: la clase de los delincuentes.

El ingreso de millones de marginales al país es visto a través de ciertos ojos de la Clase Política como el ingreso de potenciales millones de votos a futuro.

 

No interesa que sean delincuentes, que establezcan industrias ilegales que destruyen la industria nacional, y que no puedan ni estén dispuestos a integrarse a la Comunidad.

Mucho menos interesa que se trate de millones de indigentes. De hecho, para ellos es mejor así: quien no tiene nada puede ser comprado por poco. Es así que con promesas de adquirir viviendas, terrenos y dinero gratis, ciertos segmentos de la Clase Política los atrae al país y los organiza a través de Punteros en asentamientos y villas a lo largo y a lo ancho de todo el territorio nacional.

 

Por otra parte, determinados personajes de la Clase Política suelen financiar sus campañas a través de los delincuentes manejados por los Punteros que administran las villas.

La entrega masiva y gratuita de millones de DNI a inmigrantes ilegales -lo que les permite votar- es otro indicador de que lo único que buscaban ciertos políticos con este tipo de inmigración es beneficiarse a sí mismos.

 

A ellos no les interesa que ingresen trabajadores, ellos solo necesitan votos. Dentro del mundo delincuencial, otros grandes beneficiados son los explotadores esclavistas, que salvo pocas excepciones, pertenecen a las principales comunidades de inmigrantes extranjeros.

 

Estos criminales se manejan con sus propias redes delictuosas, en complicidad con la Clase Política, gendarmes de frontera, y policía.

La integración de extranjeros a nuestra Comunidad debe apuntar solo a quién esté dispuesto, y sea capaz, de realizar un aporte útil a nuestro Pueblo mediante su esfuerzo, su trabajo o sus conocimientos.

 

La inmigración delincuencial, de narcotraficantes o por interés clientelista debe ser abolida para siempre. No debe permitirse ingresar al país o a la provincia y en especial a Paraná, personas con antecedentes criminales o con intenciones de enriquecerse a costa nuestra sin aportar nada a cambio.

Se debe apuntar a integrar al inmigrante a nuestra comunidad productiva: por eso solo se puede recibir el número de inmigrantes que logre soportar y necesite nuestra economía.

 

La inmigración no debe ser invasiva: debe enriquecernos, pero no reemplazarnos. Debe apuntarse a atraer a trabajadores afines a nuestra identidad étnica y cultural, fácilmente integrables a nuestro Pueblo.

Los inmigrantes ilegales, los que se dediquen a actividades delincuenciales, a la explotación esclavista o a la prostitución, o los mantenidos por el Trabajador Argentino a través de sus impuestos, deben ser deportados a sus países de origen.

 

También debe exigirse Juicio y Castigo para la Clase Política que lucra con la situación de estos inmigrantes, para sus Punteros, para los explotadores, y para todos los integrantes de las redes de corrupción que lucran con la inmigración negativa.

Propiciemos que la palabra “Inmigración” deje de ser una mala palabra. Luchemos por una política inmigratoria popular, basada en el espíritu del Trabajo, de la Identidad y de la Integración.