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Inaugura un nuevo Punto Cine en Gualeguay

El Ministerio de Cultura y Comunicación de Entre Ríos, a través del Instituto Audiovisual de la provincia, inaugura un nuevo Punto Cine este sábado 6 a las 21 en la Biblioteca Popular Mastronardi (25 de mayo 414) de Gualeguay. Se trata del Punto Cine Fernando Ayala, nombre que hace honor al reconocido director, productor, asistente, guionista e intérprete, nacido en dicha ciudad.

 

Con la proyección de la película Plata Dulce (1982) dirigida por el mismo Ayala, la presencia de familiares y amigos del reconocido realizador y una charla con Abel Fachello, un destacado escenógrafo y director de arte que trabajó junto a Ayala, se prevé la inauguración de este Punto Cine. Además, la familia de Ayala está recopilando fotos donde actores, técnicos y artistas vinculados a la realización audiovisual aparecen junto al director gualeyo, en las clásicas visitas al campo que la familia tenía en Gualeguay. Estas visitas eran habituales y las fotos se mostrarán este sábado en la inauguración.

 

El lugar elegido para la instalación del Punto Cine, y generar un espacio de encuentro en forma quincenal, es la biblioteca que “un grupo de idealistas soñaron con el objeto de promover y fomentar la cultura en Gualeguay” –se lee en una recopilación histórica de la institución. Lleva el nombre de uno de los más grandes poetas de la ciudad, emergido de una nutrida nómina de gualeyos que pueblan el panorama cultural de nuestra provincia y tienen trascendencia a nivel nacional. Por esa misma biblioteca –con más de 100 años de existencia- pasaron Juan L. Ortiz, Ema Barrandeguy, Antonio Medina, Juan José Manauta, y Carlos Mastronardi.

 

Si bien la formalización de un espacio para la proyección de cine se vincula con la inclusión de Gualeguay al Programa Punto Cine, desde hace años que se sostienen proyecciones en la biblioteca. “Diferentes ciclos al estilo cine club, con diferentes temáticas, talleres y cursos vinculados al cine y a la realización audiovisual, sobre todo desde lo documental, fueron pasando en los últimos años por la biblioteca. Como históricamente no hubo cine en la ciudad, la biblioteca fue generando el espacio. Por entonces, arrancamos proyectando en un televisor, luego con el proyector. Le vamos buscando la vuelta. En verano aprovechamos el patio y sacamos el ciclo al aire libre. Y es probable, que ahora lo hagamos también, pero yendo a otros lugares o instituciones”, relató Carlos Zárate, uno de los integrantes de la Comisión de la Biblioteca y el referente en la conformación del Punto Cine.

 

“Las invitaciones ya se han cursado, en nuestra comunidad rápidamente se difunde la noticia. Hemos hecho prensa en los medios, convocado a familiares y amigos de Ayala. Todo está listo. Esperamos que el espacio disponible en la Biblioteca nos alcance, tenemos una capacidad para 80 personas” comentó Zárate, convencido de que el lugar se llenará de gente, teniendo en cuenta los llamados y comentarios que han recibido desde que se supo la fecha de la inauguración. “Gualeguay tiene una deuda pendiente con Fernando Ayala y éste es al menos un modo de reconocerlo”, finalizó Zárate.

 

El Programa Provincial Punto Cine es implementado por el Instituto Audiovisual de Entre Ríos en diferentes ciudades de la provincia, gracias al trabajo conjunto con el Instituto Nacional de Cine y Artes Audiovisuales (INCAA), municipios y organizaciones sociales. Ya son más de 30 los espacios que se han abierto a lo largo y ancho de la provincia.

 

Sobre Fernando Ayala

 

Fernando Ayala nació en Gualeguay, Entre Ríos, el 2 de julio de 1920, en el calor de un hogar burgués urbanizado por los viajes a Europa y las lecturas cultivadas junto a los paisajes de nuestros campos y ciudad. Pasó sus años de la primaria en el terruño y prosiguió los secundarios en Ramos Mejía, provincia de Buenos Aires. Cuando comenzaba a prepararse para abogado decidió que el cine –que por los cuarenta prometía futuro- podría ser un camino a tomar. Fue uno de los directores y productores argentinos más importantes de la cinematografía de este país. Además de Director y productor se desempeñó como asistente, guionista e intérprete. Fue Presidente de la Asociación Argentina de Directores de Cine.

 

Con más de 30 películas como director y una veintena como productor, Ayala fundó en 1956, con Héctor Olivera, Aries Cinematográfica, productora de algunos de los más grandes éxitos del cine nacional. Sus películas Ayer fue primavera (1954) y El candidato (1959) tuvieron gran impacto por incorporar la temática política a la cinematografía argentina. Sus principales filmes fueron La fiaca (la pereza), que logró un gran éxito a finales de la década de los sesenta, y Plata dulce, de 1981. La fiaca es una alegoría sobre la rebeldía del individuo contra el sistema social, mientras que Plata dulce es una sátira del despilfarro y la corrupción del régimen militar que gobernó al país entre 1976 y 1983.

 

Junto con Olivera, produjo éxitos como Tiempo de revancha, sobre un trabajador que se venga de los ultrajes de una compañía minera, y el policial Últimos días de la víctima, dirigidos por Adolfo Aristarain. También se encargó de la producción de La noche de los lápices, de Olivera, que narra el secuestro y desaparición de un grupo de estudiantes durante la represión política desatada por el último régimen militar argentino.

Fernando Ayala compartió igualmente con Héctor Olivera la dirección de la serie de televisión Nueve lunas, una de las que más éxito consiguieron en la temporada argentina correspondiente al año 1995.

 

Fernando Ayala fue uno de los más grandes del cine argentino y uno de los que dio vuelta las condiciones expresivas de la trayectoria de nuestra cinematografía, a mediados de los años cincuenta, para dar paso a la modernidad de la llamada Generación del Sesenta.

 

Las películas que dirigió Ayala marcan la trayectoria artística y financiera de la pantalla argentina, después del período dorado y clásico, y las imágenes que deja su extensa y prolífica carrera se despliegan como crónica del tiempo en que vivió. Ayala nunca pudo alejarse de la resonancia social, y sus películas son como reelaboraciones periodísticas del mundo al que se acercaba. Fue tomando el gusto al retrato de la clase media con sabor a cosa de todos los días. Fue punzante en su análisis de la realidad, anecdótico en el trato de la historia común y benevolente con los personajes a quienes atribuía culpas o responsabilidades sociales. Falleció en 1997.