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Homenaje en vida a mi mejor maestra

ESPECIAL (por Francisco Pancho Calderón).- La profesión docente no es tarea fácil hoy en día al sufrir toda la Comunidad Educativa y en sí la sociedad argentina muchas carencias, limitaciones, obstáculos, coyunturas de toda índole que obstruyen su gestión y el derecho de sus alumnos a una instrucción eficaz. Los maestros son la pieza fundamental de la jerarquía instructiva de cualquier país y sin ellos, cualquier esfuerzo por mejorar la calidad de la educación es completamente en vano.

 

Este  martes se celebra el Día del Maestro y en estas palabras que sintetizan la valoración subjetiva, personal, hacia quien fuera mi mejor educadora, englobo el sentir, el cariño, por tantas formadoras admirables, muchas de ellas con las cuales tuve el placer de trabajar a diario en establecimientos como las Escuelas N° 8 Juan Martín de Pueyrredón y N° 188 “Obispo Dr. Abel Bazán y Bustos.

 

La enseñanza es uno de los trabajos más complicados hoy en día. Enseñar requiere conocimiento amplio de una materia, plan de estudio y estándares; entusiasmo, una forma de ser cariñosa y un amor por el aprendizaje; conocimiento de tácticas de disciplina y manejo de un recinto.

Un buen maestro llega a la fila temprano, dando el ejemplo en cuanto a presencia, modales, gestos, compostura, y siempre está predispuesto a escuchar a sus alumnos ante la menor requisitoria.

Sabe con claridad que su función es formar, no informar…

Enseña a sus alumnos a pensar, más que a memorizar. Conoce y respeta a cada uno de sus alumnos, con sus características y especificidades. No los trata a todos igual.

Proporciona los elementos para que sus educandos aprendan a preguntar y a buscar respuestas.

Sabe escuchar tanto como hablar.

Se mantiene actualizado en su campo.

Sabe motivar a los niños dotados de un talento especial o habilidad para comprender, para interpretar más rápido que sus demás compañeros, como  no se da por vencido con los estudiantes que van atrasados y los estimula para que no queden rezagados.

Hace preguntas frecuentemente a sus alumnos para asegurarse que todo el curso esté atento, estimulando a toda la clase, sin permitir que unos pocos niños dominen la clase, y manteniendo al curso interesado en aprender con tácticas variadas e interesantes.

Domina currículum, evaluación y formas reglamentarias de enseñanza, pero las puentea y adapta para que sirvan a las posibilidades y necesidades de sus alumnos.

Es agradable, accesible, entusiasta y cariñoso.

Tiene metas altas para todos sus estudiantes, esperando que todos los estudiantes puedan y logren ser exitosos no tanto en el aula, como sí en la vida misma.

Se compromete a desentrañar el ritmo y estilo de cada uno de sus alumnos para llevarlos lo más alto posible.

SIEMPRE está disponible para los estudiantes y los padres que lo necesiten, demostrando un compromiso esencial con la escuela.

Se comunica frecuentemente con los padres y no duda en llamar a un padre si está preocupado por un alumno.

Piensa en el futuro permanentemente, pues sus educandos se preparan para mañana, no para hoy.

El buen maestro es aquél que hace que lo difícil sea fácil.

Un buen educador infunde confianza en sus estudiantes y convierte el aprendizaje en una tarea fascinante

Se considera psicólogo, médico, educador, consejero, sociólogo, ingeniero de sistemas, pedagogo, nutricionista, abogado, escritor y todo lo demás.

Se preocupa por formar excelentes seres humanos, más que buenos profesionales.

Piensa siempre que su acción desarrolla al estudiante y aporta a la sociedad.

Tiene conciencia de que el mejor y casi único proceso de paz que vale la pena es educar.

Un maestro, si es hombre es también madre y si es mujer es también padre.

Respeta y enseña y exige respeto.

Conoce sus limitaciones e ignorancias.

No utiliza la docencia para demostrar poder sobre el alumno.

Tiene claro que su trabajo tiene sentido mientras existen seres en formación o estudiantes.

No le preocupan las notas, lo mueve que sus estudiantes aprendan a ser, saber y hacer.

Se siente orgulloso de ser docente y decente.

Un maestro verdadero sabe pedir perdón y perdonar.

El buen maestro es aquel que nos llegó al corazón, que nos comprendió o se interesó en nosotros como persona.

Por todos éstos valores que supo esgrimir como docente cuando fue mi maestra en 5° Grado del Colegio Hermanas Mercedarias, y más allá de toda disidencia como respetuosa discrepancia actual, vaya mi afectuoso saludo hacia la intendenta de Paraná, Blanca Inés Osuna, haciendo extensivo éste humilde homenaje a quienes me tuvieran tanta paciencia: Valeria (Jardín de Infantes), Marta (1° y 2°), Titi (3°), Delia (4°), Hilda Filibert y la inolvidable Marta Noaco de Fornero (6° y 7°) como otras excelentes docentes que lamento no recordar sus nombres, más todas las maestras de actividades prácticas y plásticas o materias especiales.

 

Finalmente, hago propicia la ocasión para poner de relieve el amor inmenso por una extraordinaria docente como mi mamá Lilí Vico, y ejemplares formadoras como mi suegra María Bonnin, y otras fantásticas educadoras como Olga Fontana, Norma Demarchi, Teresita Ferrari de Grand y Silvia Castrogiovanni, entre tantas que hoy vienen a mi memoria, y UN GRAN MAESTRO, EJEMPLAR, PARADIGMÁTICO que nos dejara el 5 de diciembre pasado, mi querido Viejo a quien sus Compañeros, en especial aquellos viejos líderes políticos, lo olvidaron tristemente y no lo homenajearon debidamente pese a haber dado tanto por su Partido Justicialista como nada mas y menos haber sido uno de los PRIMEROS maestros de la Escuela Peronista. La DESMEMORIA, la INGRATITUD para algunos, para tantos, NO TIENE FIN… Yo sí… Tengo MEMORIA, Y MUY LARGA POR CIERTO… Ah… Y soy MUY AGRADECIDO.

A todas y todos los maestros que tanto han dado por ésta Tierra: ¡Feliz Día!!!… Dios y la Vírgen las bendigan.