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Francisco: Tolerancia cero con los abusos sexuales

“El escándalo del abuso sexual es verdaderamente una ruina terrible para toda la humanidad. También para la Iglesia fue una experiencia muy dolorosa. Sentimos vergüenza por los abusos cometidos por ministros sagrados, que deberían ser los más dignos de confianza”, expresó el papa Francisco, en la mañana de este jueves 21 de septiembre, al recibir en el Palacio Apostólico a los miembros de la Pontificia Comisión para la protección de los menores con motivo de la apertura de su asamblea plenaria.

Después del saludo del cardenal Sean Patrick O’Malley, OFM Cap., presidente de dicha comisión y de otros miembros, el Papa pronunció a los presentes un discurso en el que expresó su agradecimiento al servicio que la Comisión viene realizando “desde hace tres años, cuando la formé”.

 

El pontífice manifestó que “deseo compartir con ustedes el profundo dolor que siento en el alma por la situación de los niños abusados, como ya tuve ocasión de hacer recientemente en varias ocasiones. El escándalo del abuso sexual es verdaderamente una ruina terrible para toda la humanidad”.

 

“También para la Iglesia fue una experiencia muy dolorosa” dijo Francisco, “sentimos vergüenza por los abusos cometidos por ministros sagrados”, “pero también hemos experimentado un llamado, que estamos seguros de que viene directamente de nuestro Señor Jesucristo: recibir la misión del Evangelio para la protección de todos los menores y adultos vulnerables.”

 

“El abuso sexual es un pecado horrible, completamente opuesto y en contradicción con lo que Cristo y la Iglesia nos enseñan”, expresó el Papa a continuación. El obispo de Roma expresó en su discurso que pudo comprobar, escuchando directamente las historias de las víctimas y los sobrevivientes de abusos, los efectos que el abuso sexual ha provocado en sus vidas y en las de sus familias.

 

“Por eso, dijo Francisco, reitero hoy una vez más que la Iglesia, en todos los niveles, responderá con la aplicación de las más firmes medidas a todos aquellos que han traicionado su llamado y han abusado de los hijos de Dios. Las medidas disciplinarias que las Iglesias particulares han adoptado deben aplicarse a todos los que trabajan en las instituciones de la Iglesia”.

 

El pontífice señaló sin embargo, que la responsabilidad primordial es de los “obispos, sacerdotes y religiosos, de aquellos que han recibido del Señor la vocación de ofrecer sus vidas al servicio, incluyendo la protección vigilante de todos los niños, jóvenes y adultos vulnerables. Por esta razón, la Iglesia irrevocablemente y a todos los niveles pretende aplicar contra el abuso sexual de menores el principio de ‘tolerancia cero’.”

 

El Santo Padre destacó en este camino que “durante los últimos tres años, la Comisión ha enfatizado continuamente los principios más importantes que guían los esfuerzos de la Iglesia para proteger a todos los menores y adultos vulnerables. De esta manera, ha cumplido la misión que le confié” y añadió que le llenó de alegría “saber que muchas Iglesias particulares adoptaron la recomendación de ustedes para una Jornada de Oración, y para un diálogo con las víctimas y supervivientes de abusos, así como con los representantes de las organizaciones de víctimas”. “También es alentador –agregó- saber cuántas conferencias episcopales y conferencias de superiores mayores buscaron su consejo con relación a las directrices para la protección de menores y adultos vulnerables”.

 

El pontífice los animó a “que sigan su colaboración en este trabajo con la Congregación para la Doctrina de la Fe y la Congregación para la Evangelización de los Pueblos, para que estas prácticas sean inculturadas en las distintas Iglesias de todo el mundo”.

 

“La Iglesia está llamada a ser un lugar de piedad y compasión, especialmente para los que han sufrido”, dijo por último el Santo Padre, “Para todos nosotros, la Iglesia Católica sigue siendo un hospital de campo que nos acompaña en nuestro itinerario espiritual. Es el lugar donde podemos sentarnos con otros, escucharlos y compartir con ellos nuestras luchas y nuestra fe en la buena nueva de Jesucristo”, concluyó el Papa.