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Falleció Badía: extrañaremos su carismática compañía

Las palabras se conjugan y juntas tratan de cumplir una noble causa: definir a un gran ser humano. Juan Alberto Badía, quien falleció esta madrugada en una clínica de la Capital, fue un hombre que se caracterizó por ser un emprendedor, que tenía la convicción de que los obstáculos eran para ser vencidos, pero esencialmente, era un GRAN TIPO, sí, con mayúsculas. Locutor, conductor, productor, dueño de una voz y dicción irrepetibles, el profesional que marcó hitos en TV y radio, que creó e innovó programas y formatos, genio y figura, nos acaba de dejar sin su Compañía.

 

Dueño de una voz que perdurará en la eternidad dejaba una marca indeleble en los oyentes y también de una risa seductora, amable, Badía ha sido uno de los máximos exponentes de la libertad en un ámbito que tiene la mala costumbre de copiarse a sí mismo y ser una rabiosa repetición de lo ya escuchado.

 

Su independencia inclaudicable, la expresión de su pensamiento y sus convicciones en todo momento y más allá de censuras, lo consolidaron en un emblema de la radiofonía y televisión argentina.

 

Badía fue y será un símbolo, manejando una cultura vastísima, capaz de hacer poesía con sus frases, un hombre que trabajaba con la sencilla convicción de que podía hablarles a sus oyentes o televidentes de igual a igual, irradiando bondad y amistad, con un carisma inimitable.

 

Sobrio y al mismo tiempo vivo y expresivo, despegado de viejas retóricas respaldó a sus equipos hasta engrandecer la relación personal más allá de la profesional. En sus empeños estaba contaminar a los periodistas con el virus, el suyo, de la gestión, y enseñarles a hacerlo bien.

 

Badía fue un hombre íntegro, honesto, valiente, con carácter, un periodista de raza y un auténtico líder con gran capacidad de análisis.

 

Huyó siempre del peligro de seducir con la brillantez de la palabra, pues lo que deseaba era escudriñar la verdad de las cosas, que no pretendía imponer a nadie, pero sí se esforzaba en proponerla con una claridad y un esplendor que facilitara el auténtico desarrollo de la inteligencia de quienes lo secundaban, haciendo gala de moderación, de equilibrio, de ponderación, de buen sentido no exento de humildad.

 

De verbo claro, agudo y veloz, sorprendía el rigor conceptual y la precisión terminológica en sus sugerentes improvisaciones, sin ostentar o hacer gala de su inmensa erudición, su apertura intelectual e innovadora capacidad creadora.

 

Badía se dejaba transportar adonde le llevase la inspiración con los ojos cerrados, dejando al desnudo un alma sensible, con ese sentimentalismo cósmico que sólo los genios saben convertir en obras maestras gracias a su creatividad, a su inigualable intelecto para marcar tendencias.

 

Su estilo y personalidad. Su cordialidad y sencillez le han deparado el respeto, la consideración e idolatría de público y colegas.

Éste precursor deja un hueco insalvable habiendo sido un referente para varias generaciones de oyentes y televidentes como un centro de atención para tantos que vieron en su persona un filón que explotar con la inmensa virtud de generar, en todos, el mismo sentimiento: el de admiración.