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Encuentro Nacional de Mujeres: todas no son culpables, pero…

ESPECIAL (por Francisco “Pancho” Calderón).- Vanesa Pelayo, organizadora del 25º Encuentro Nacional de Mujeres que se desarrolló este fin de semana en Paraná, aseveró que siempre hay “sectores que son adeptos a las pintadas y que quieren romper con los encuentros”. Primero, muy bueno que alguien ponga la cara desde el seno organizativo. Segundo, muy malo que se afirme una “eterna” coyuntura y no se la ataque de raíz. Tercero, si desde la propia estructura se sabe que hay activistas violentas, ¿cómo desde quienes propiciaron éste acontecimiento no hubo una gestión de contención y/o hasta de Inteligencia en conjunto con las fuerzas vivas locales?

Pelayo resaltó que desde la organización siempre se hacen cargo de los destrozos y afirmó que “no fueron todas las mujeres”.

Reflexión: buenísimo que se afronte la responsabilidad ante el daño, ahora bien… ¿qué grado de poder de inversión tiene ésta organización si se tiene en cuenta la erogación que representará para muchos frentes de edificios, empresas y comercios diversos los deterioros graves perpetrados?

En épocas difíciles como las que vivimos, un grupo vasto de mujeres se reúnen para analizar encomiablemente distintas problemáticas de actualidad que las afectan, invierten tiempo y esfuerzo en lograr montar una estructura para lograr debatir ideas, consensuar objetivos, propician que muchas de ellas puedan viajar o trasladarse sin costos para sus bolsillos, requieren a gobiernos apoyatura logística diversa que tiene su costo, ¿Y SE PERMITE QUE CONCURRAN ETERNOS COMO NEFASTOS PERSONAJES AGRESIVOS?

¿Basta con reconocer el “error” y decir que habrá una responsabilidad ante el daño consumado?… Pero peor aún… ¿es ser responsable el reconocer que “siempre” hay “sectores” agresivos, y no prevenir y solo “hacerse cargo”?

¿Cómo se siente Pelayo al saber que en el seno de cada Encuentro haya “Barras Bravas” mujeres cuando desde nuestra concepción históricamente conocimos una mujer esencialmente BIENHECHORA?

Y aún más… habla que “no fueran todas”. La invitamos a ver las fotos de Cuestión Entrerriana y las filmaciones ya subidas a distintos medios donde se podrá TRISTEMENTE verificar que es verdad, NO FUERON TODAS, pero sí MILES.

¿Qué futuro nos aguarda si sabemos que hay miles de mujeres defensoras de la violencia, de la injuria, del agravio, de la impertinencia, de la intimidación, del fanatismo, y hasta de conductas que REALMENTE DESHONRAN a la mujer como el exhibirse obscenamente ya que hay formas y formas de protestar, no desnudándose con histrionismo y alevosía?

¿Qué futuro nos espera si hay miles de mujeres que no tienen duda en atentar contra sus cuerpos y propiciar que otras lo hagan, luciendo indumentarias desalineadas, en algunos casos tapados sus rostros como activistas de Quebracho y hasta en numerosísimos casos mostrarse con elocuentes trazas antihigiénicas, ensuciando y así devastando sin control plazas, parques, paseos y hasta las escuelas y facultades donde desplegaron sus reuniones, fumando sin parar no solo tabaco sino marihuana y bebiendo tal cual barras bravas de clubes deportivos?

¿Ya no teníamos demasiado con esos hombres pendencieros, provocadores en extremo, que perjudican a distintas disciplinas deportivas, en especial al fútbol en todas sus categorías, o concurren PAGOS a citas políticas/cívicas sembrando el miedo?

¿Cuál es el objetivo?… ¿Crear una nueva raza o clase de mujer?… ¿Qué también violente, atente, amedrente, infrinja, viole, quebrante el DERECHO de las y los demás?

¿Pelayo NO VIO lo que hicieron éstas MILES de mujeres en Paraná?… ¿No procuró PARARLAS, FRENARLAS? ¿Accionó en conjunto con la Policía para salvar oportunamente estos actos reñidos contra la paz y hasta con la moral?

Valoramos y elogiamos su franqueza, pero nos hubiera gustado escuchar a través de LT 14 un tono de lamento, de tristeza, de vergüenza, de pudor por semejante ATROPELLO a nuestros DERECHOS.

Sus palabras sonaron a “y bue… ya pasó… me hago cargo y se terminó…”… No Señora o Señorita Pelayo… Lo ocurrido no se imagina cuánto perjuicio causó en lo material pero cuán profunda perplejidad produjo en la sociedad; lo peor es que invocando una palabra, una cualidad, una calidad tan pura como es MUJER. E inevitablemente y con profundo dolor nos preguntamos, ¿estas militantes del caos (nos referimos a las que actuaron violentamente) ¿SIENTEN ORGULLO DE SER MUJERES? Aunque a su vez, las que no violentaron, ¿cómo se sienten?

Ud. misma también lo admite: “nos rompimos el lomo para poder llegar a esto y venimos trabajando desde hace 11 meses, nos costó mucho conseguir cada edificio para poder trabajar allí, cada escuela para hacerlo y se les pidió que cuiden a cada delegación, pero no se respetó eso”.

ONCE MESES hubo para montar un operativo logístico de excepción y ANALIZAR, EVALUAR exhaustivamente quien o quienes llegaban a la capital entrerriana, con qué fines, con qué metas, y a qué sector femenino pertenecían. ¿La experiencia de Tucumán no bastó para aplicar una dosis extra de discernimiento en torno a quienes concurrirían?

“Le demostramos a Paraná que hay muchas mujeres que nos preocupamos por los derechos de las mujeres y por la problemática en torno a la cuestión de género”, sí, sí, Señora o Señorita Pelayo. Eso no se pone en tela de juicio y se valora positivamente, pero también se demostró PALMARIA Y LUCTUOSA Y ANGUSTIOSAMENTE que hay miles de mujeres que quieren otro país, un país que MILLONES no deseamos, un país en el cual MILLONES abogamos por la paz, por la unión, por la diversidad, por la justicia, por respetar el DERECHO del otro, que tiembla en solo pensar en un mundo ANARQUICO en el cual cada uno haga lo que se le antoje sin medir el detrimento ajeno consumado.

N.de la R.: el autor de ésta nota tiene esposa e hija, madre y suegra, Y AMA sus condiciones de MUJERES como también está hondamente preocupado por los temas trascendentes que desde hace muchos, pero muchos años, las afectan y concibe de igual modo que se requieren diversos cambios en nuestras leyes, sin perturbar lo ético, lo moral, lo espiritual, o mucho menos apelando a la coacción, al apremio, a ejercicios coercitivos, y peor aún, a la INTIMIDACIÓN sin medida.

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