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En Punta del Este le declaran la guerra a fiestas en countries y casas privadas

Punta del Este es cuna de un fenómeno charrúa que para las autoridades “era lo más incontrolable” la temporada pasada. Los locales las llaman “fiestas de las casitas. Con casos de venta de alcohol a menores, descontrol adentro y afuera de las viviendas “Discos” -asisten entre 300 y 400 personas, sin medidas de y seguridad, y los que no pueden entrar se quedan tomando en la calle- sumado a la evasión impositiva por el cobro de entradas, este año buscan erradicarlas del Este con multas que van de los U$S 2 mil a los U$S 10 mil para los propietarios que las alquilan con este fin, a pagar en 2018 con la contribución inmobiliaria.

 

“Se redujo un 75% la cantidad de fiestas clandestinas y de denuncias, sobre todo, en las zonas donde más se hacían: La Barra y Manantiales”, dice a Clarín Diego Echeverría, secretario general de la Intendencia de Maldonado. Según datos del municipio de San Carlos -que tiene bajo su jurisdicción a esas dos zonas- a esta altura de la temporada pasada “hubo 45 denuncias y 33 multas a fiestas”. Y en lo que va de la actual, sólo se registraron 12 denuncias y 8 multas.

 

Policías, inspectores de la Intendencia de Maldonado y personal de la división de Orden Público reciben denuncias por “ruidos molestos” por parte de los vecinos. El tema de los vecinos es crucial. Es a partir de sus denuncias que muchas veces la policía se entera. Acuden al lugar para constatar los decibeles de la música, la habilitación, la cantidad de gente y funcionarios del Instituto del Niño y el Adolescente del Uruguay (INAU) controlan si se está vendiendo alcohol a menores.

 

“La multa antes era tan pequeña que a los que alquilaban la casa no les importaba nada”, señaló el intendente de Maldonado, Enrique Antía. Con el decreto N°3956, de octubre de 2016, se puede multar hasta cuatro veces en una noche una misma fiesta por exceso de ruido. Lo que significa que los inspectores pueden volver y labrar un acta municipal si las condiciones sancionadas previamente no cambiaron. Pero no pueden suspender la fiesta.

 

“Muchas veces hay casas que se alquilan exclusivamente para esto. Así que popularizamos la normativa en las inmobiliarias para que no lo hagan”, agrega Echeverría.

 

Hay tres “casitas” de La Barra identificadas por todos y que este año hicieron fiestas pese a todo: dos son hostels -“Casita Búnker” y “Casita Nimbus”, en la calle Rosita Melo- y una supo ser un boliche- “Casita Borakai”, a la entrada de La Barra-. Las tres están casi derruidas pero tienen el espacio suficiente para que una multitud baile toda la noche, con “canilla libre”. Decoradas para cada ocasión, no tienen nada que envidiarle a un boliche, aún cuando las normas de seguridad están lejos de parecerse.

 

“La ordenanza corre también para las fiestas de miles de personas. Que son convocadas por Instagram o Facebook y que dicen a último momento dónde van a ser. Por eso los agentes están atentos a las redes”, explica a este diario Jorge Piriz, director de Higiene de Maldonado. La “Chill Beats” -que se hizo el sábado y fue promocionada por Facebook a $ 500 la entrada- se salvó de la multa porque respetó la advertencia y se terminó haciendo junto al puente de La Barra en un lugar habilitado y sin vecinos linderos.

 

El otro gran problema es el de los menores de edad. Muchos chicos consiguen llegar a las “casitas” haciendo dedo. Y es dentro de esas fiestas donde consiguen evadir las prohibiciones de compra de alcohol.

 

El decreto también exige a las fiestas tener bomberos, una empresa de seguridad registrada, cobertura médica en el lugar, baños químicos suficientes según la cantidad de personas y se respeten los decibeles de la música para zonas urbanas.