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En Aerolíneas Argentinas cambios laborales pueden provocar dolores de cabeza

Los plazos del ajuste en Aerolíneas Argentinas comenzaron a acelerarse. El arribo del nuevo presidente Luis Malvido hizo que se activen varios planes que esperaban orden de despegue. El más importante se puso en marcha ayer mismo y debería estar concluido en 45 días. Se trata de la discusión con los seis sindicatos del sector para negociar un cambio en las condiciones laborales. Se estima que si se aplican las modificaciones que impulsa Malvido en el terreno laboral se podrían reducir costos por el equivalente a 100 millones de dólares al año y así mejorar la competitividad de la compañía.

 

Esto es lo que explicó el CEO a los dirigentes de los seis gremios (APLA, APA, UPSA, UALA, APTA y los aeronavegantes de AAA) con los cuales se reunió ayer a la mañana en Aeroparque. La reunión, como era de esperar, tuvo momentos de extrema tensión y pases de factura. Pero se logró consenso para continuar las conversaciones gremio por gremio a partir de ahora.

 

Los cambios que pretende introducir Malvido fueron expuestos en una larga lista. Pero se acordó empezar por 15 cuestiones principales, de las cuales hay varias que son comunes a todos los gremios y otras específicas de cada actividad. Entre ellas figuran, por ejemplo, reducir las noches que las tripulaciones pueden tomar para descansar en los vuelos internacionales. También que los pilotos dejen de tener reservados dos asientos en clase ejecutiva (con un costo anual de u$s1,5 millón al año) cuando el avión cuenta con cabina de descanso. Otro tema es la llamada “polifuncionalidad”, que Malvido quiere aplicar para facilitar una mayor flexibilidad de tareas de los empleados. También que se puedan intercambiar tripulaciones de cabotaje a internacional, y viceversa, en caso de necesidad.

 

El objetivo de la conducción de Aerolíneas es aplicar cirugía mayor para detener las pérdidas de la empresa, que se agravaron por los aumentos en el precio del combustible y la caída de pasajeros internacionales como consecuencia de la devaluación. Los planes de llegar a fin de año con un aporte estatal de “sólo” 80 millones de dólares quedaron desactualizados por la nueva situación. Y la compañía -que tiene 12.250 empleados- necesitará por lo menos 100 millones para seguir funcionando. La semana pasada recibió un aporte parcial de 40 millones, pero desde la Casa Rosada ya dejaron saber que la empresa debe hacer su propio ajuste.

 

Aerolíneas ayer emitió un comunicado confirmando la reunión de Malvido con los gremios, donde dejó traslucir la gravedad de la situación: “La empresa ha abierto ya en más de una ocasión mesas de diálogo con sus trabajadores buscando discutir condiciones laborales que permitan llevar su competitividad a los estándares de la industria, sin afectar la seguridad y calidad del servicio. Pero los resultados de ese diálogo han sido insuficientes para enfrentar lo desafiante del momento actual del mercado. Y, sobre todo, para aprovechar las oportunidades que ese mismo mercado nos está ofreciendo. Por eso, Aerolíneas hizo ahora una convocatoria a sus dirigentes gremiales, dado que el tiempo que ha transcurrido sin obtener resultados pone en riesgo las inversiones y la sustentabilidad futura de la compañía”.

 

En simultáneo, la empresa puso en marcha un proceso para desprenderse de activos “no estratégicos” entre los que se cuentan cinco pisos de la torre vidriada de la calle Bouchard, frente al Luna Park, que se dejaron de utilizar cuando todas las oficinas se mudaron al Aeroparque. Por estos pisos prevén recaudar unos u$s15 millones. La subasta se hará el 20 de septiembre y el encargado del remate será el Banco Ciudad.

 

El plan incluye también terrenos ubicados en Ezeiza que habían sido comprados en la época de los españoles de Antonio Mata para un proyecto de oficinas que nunca prosperó.

 

El 31 de mayo pasado, cuando el entonces presidente de Aerolíneas Mario Dell’Acqua presentó los balances, anticipó la decisión de empezar a vender las joyas de la abuela para mejorar los números de la compañía. En una conferencia de prensa junto al ministro Guillermo Dietrich, Dell’Acqua resumió la decisión en una sola frase: “Hasta tenemos cocheras en París que son propiedad de Aerolíneas”, dijo.