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Empresas de micros en crisis: la CNRT admite fuerte caída de pasajeros

Desde la Comisión Nacional de Regulación del Transporte (CNRT) se ha reconocido la fuerte caída de pasajeros, y la merma de servicios en empresas de ómnibus de media y larga distancia. Así, se observan colectivos llenos hacia ciertas plazas y esperar refuerzos da la sensación de ser una utopía.

 

Los propios empresarios afirman que las rutas dan pérdida y que no pueden bajar tarifas o hasta exhortan al Gobierno a que se reconozca la suba de repuestos, neumáticos, accesorios y hasta el propio combustible o los peajes. “Año a año vamos perdiendo pasajeros y la tendencia no se modifica” asintieron desde la Cámara Empresaria de Larga Distancia, que nuclea buena parte del sector.

 

Es que de manera innegable, viajar en micro se volvió más caro y las compañías pierden millones de pasajeros por año. “Las subas de salarios, de combustibles y de otros costos hicieron que nos encareciéramos frente a otras formas de transporte que aún cuentan con un alto nivel de subsidio estatal, principalmente el avión. Aunque también perdimos clientes frente a los trenes, las traffic o combis, los remises y taxis o sin dudas hasta el auto particular. La gente calcula cuánto gasta de una forma o de la otra y a partir de eso decide”, aceptaron desde la CELADI.

 

En un relevamiento sobre pasajes ida y vuelta para viajar en enero puede verificarse que las brechas ya son mínimas entre los ómnibus y el avión. Ni hablar de las promociones, las jugosas ofertas de las líneas aéreas o las Bandas Negativas, el pago de comodísimas cuotas sin intereses, y hasta los ramales ferroviarios en funcionamiento especialmente mejorados en los últimos años.

 

En general, cuanto más lejos se va, más caro se pone el transporte terrestre y si anexamos las líneas aéreas low cost, la brecha crece sentenciando que en micro viaja solo el pasajero “gasolero”, aquel que no tiene inconvenientes en cuanto al confort, ese que le tiene fobia al avión, el que no tiene auto en condiciones, el que no vive en zona de redes ferroviarias útiles, o el que no halló remises, taxis o combis/traffic que hagan tal o cual trayecto.

 

En los últimos años la ecuación mutó. Hoy los pasajes ya cuestan casi lo mismo -e incluso más- que los de avión, llegan a triplicar a los de trenes, por lo cual la gente redujo el traslado en micros. A esos factores se suman casos resonantes de choferes en dudoso estado para cumplir sus tareas, unidades incendiadas y con diferentes averías, o simplemente que se usa más el auto propio.

 

Hay otro dato inquietante… viajar en ómnibus en la Argentina es mucho más caro que en otros países.

En este marco, mientras los colectivos perdieron casi la mitad de sus viajeros, los registros de Aeropuertos Argentina 2000 indican que el tránsito en vuelos nacionales creció en el último lustro más de un 64 %.

 

Entre los empresarios, se masculla la bronca contra Aerolíneas Argentinas, el principal operador de cabotaje, al que acusan de ofrecer “boletos muy por debajo del valor real”, sólo sostenibles con altos subsidios. Eso, según ellos, deja “al ómnibus y a sus tarifas fuera de mercado”. Pero en los últimos días, con la apertura de servicios de las low cost, se desvía la mirada hacia esas tarifas que “rompen el mercado” y “ponen en riesgo el normal funcionamiento de las empresas de transporte terrestre”, admiten.

 

Desde la Asociación Argentina de Agencias de Viajes y Turismo, ante esta inocultable realidad, se hizo hincapié en que “La lógica de las compañías aéreas es muy diferente a la de las empresas de larga distancia. Un asiento en un vuelo puede llegar a rematarse para alcanzar la mayor ocupación del avión, mientras que las empresas de micros tienen estrategias de venta que deberán replantearse en forma urgente”.

 

“A veces el transporte aéreo puede ser más barato que el terrestre. Pero también influye que el país tiene una buena oferta aérea, hay más frecuencias, un mayor respeto de horarios y planes de cuotas atractivos que los exhibidos, con un  particular criterio de marketing. Por la suma de todos esos factores y otros más, mucha gente se ha volcado por el tráfico aéreo”, explicaron desde la Cámara Argentina de Turismo.

 

“Los micros tendrán que readecuarse para competir”, dijo el ministro de Transporte, Guillermo Dietrich. Es indudable. Y el Estado deberá controlar con mayor énfasis la circulación de los mismos, varios, de reconocidas empresas, en estado muy lejos de lo ideal.

 

Y no es la primera vez que lo decimos…, las gerencias de las empresas pareciera que no logran discernir la trascendencia de las áreas de Comunicación, Marketing y/o Publicidad, desde donde se deberían realizar un brusco viraje para atraer, para seducir a los clientes.

 

Quizás, no es muy loco tejer la hipótesis en cuanto a que muchas empresas -por ahorrar en sueldos- ubican a responsables de esos sectores sin la capacidad imprescindible, sin siquiera la formación elemental que se puede vislumbrar fácilmente en textos de Redes Sociales, en confección de banners, flyers, spots, campañas.  O ni que hablar de selección de medios, espacios, eventos a auspiciar.

 

Así, se observan páginas web oficiales sin funcionar, desactualizadas o con horrores ortográficos, gramaticales, semánticos que no se corrigen por mera soberbia, arrogancia o simple torpeza, llegando a actuar brutalmente cuando se bloquea en Redes Sociales a quienes elevan un justo reclamo o pedimento.

Paradójicamente, la culpa no la tiene ese encargado, sino quién lo designó para esa función, o quien lo mantiene pese a ser innegable lo que se refleja, lo que se exhibe, y/o la irrefutable falta de resultados óptimos en la materia.

 

Hete aquí la ostensible diferencia de las compañías aéreas, que poseen departamentos de Mercadotecnia (Conjunto de técnicas y estudios que tienen como objeto mejorar la comercialización de un producto), Marketing (Concepto en inglés que trata la disciplina dedicada al análisis del comportamiento de los mercados y consumidores) y Mercadología (Implementación de herramientas científicas para el estudio del mercado).

 

Pueden imaginarse la notable brecha que hay de seriedad comunicacional, la que se profundiza cuando las empresas de transporte terrestre asumen conductas intransigentes, irreductibles y hasta arcaicas en lo inherente a inversión, punto que urgentemente deben reformular.

 

Volviendo al aspecto central de la Columna Editorial, en las próximas horas revelaremos precios insólitos en la unión de diversos destinos “de cabotaje”, saliendo muchísimo más barato el avión que el colectivo.

Como lo expresamos a principios de enero… Hay tanto por decir que iremos por partes…, hasta muy pronto.