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Elección “nacionalizada”: esa maldita forma de comunicar…

ESPECIAL (por Francisco Pancho Calderón).- El domingo pasado Cambiemos ganó en 14 de los 17 departamentos entrerrianos. Más de 430 mil electores de este bendito suelo concibieron que debía profundizarse el “Cambio”. Si bien podemos detenernos en la idoneidad, aptitud, imagen de los candidatos de las principales fuerzas que conquistaron los 5 escaños para el Congreso Nacional, priorizaremos un punto del cual tanto se habla: la “nacionalización” de los comicios.

 

De este concepto se han aferrado con tenacidad las principales voces de la política provincial, coincidiendo con la visión de un acto electoral “teñido” de un “neo-macrismo” exacerbado por la prensa porteña de repercusión nacional.

Y hete aquí el grosero error del gobernador entrerriano y su entorno: seguir confiando en una estructura periodística propia (o Estatal) obsoleta e insistir con la absurda creencia que los “politólogos” u “opinadores” especialistas en el quehacer político de la Provincia tienen incisiva llegada a los electores.

 

Y cuidado… No hacemos “periodismo de periodistas”. No es nuestra intención. Menos aún pretendemos denigrar o menoscabar la competencia, la pericia de quienes tienen a su cargo la gestión compleja de gestar -desde el ámbito gubernamental- el espacio comunicacional ideal para seducir, para cautivar a un ciudadano que con el advenimiento de las más modernas tecnologías, resolvió preferir radios, canales, diarios y hasta páginas web de Buenos Aires por sobre los medios locales/zonales/regionales.

 

Cuestión Entrerriana nació hace casi una década. Germinó con el propósito de esgrimir un estilo distinto de hacer periodismo, con el designio de informar, pero también de subjetivizar, de opinar y crear esferas de debate.

Y, con inconmensurable esfuerzo, con un presupuesto austero, sin el más mínimo apoyo de la Clase Política, propusimos que la gente elija, vote, seleccione a los mejores comunicadores como asimismo elaboramos sondeos relativos a predicciones ante inminentes plebiscitos.

 

Costó demasiado, y hasta fuimos mancillados nada más y nada menos que por colegas. La invectiva, la diatriba burda, grosera minó nuestra resistencia y claudicamos, bajamos los brazos.

Ni siquiera la clase política reconoció nuestra dedicación y siguió pagando fortunas a encuestadores que muy pocas veces hicieron gala de acertados pronósticos. Por ello, dejamos de entrevistar a la gente, de “exprimir” el ideario del Pueblo.

 

En cada uno de aquellos muestreos prevaleció un toque de atención: el mensaje de la gente respecto a lo poco que se escucha radio vernácula, lo poco que se ve televisión autóctona, o la cada vez más acentuada tendencia a leer menos diarios de la región y sí apelar a lo que se origina en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.

Prevalecía (en verdad sigue predominando…) el gusto por escuchar Mitre, Del Plata, Radio 10, La Red, AM 750, Continental, Rivadavia, La 100, Metro; ver TN, La TV Pública, América, Canal 26, Crónica, C5N; o leer Clarín, La Nación, Infobae, Perfil, El Cronista, Ámbito y Olé.

 

A la vez, advertíamos un desinterés categórico por lo político. No fue UN trabajo de campo. ¡VARIOS!!! Y la indiferencia, la apatía de los funcionarios, de las autoridades resultó inaudita.

Sin embargo, se perpetuó la propensión a “operar” desde el Estado con colegas de indiscutible estirpe, estilos al margen de toda cuestión, muy hábiles, muy astutos en eso de llegar al “selecto” auditorio de la Administración Pública, donde se replican y/o tergiversan incontables versiones.

 

De tal modo, se continuó desde Casa Gris y otros ámbitos estatales otorgando “primicias”, “adelantos” a colegas o medios mimados, antes que subir la noticia al propio sitio web, se prosiguió tramando o manipulando el mensaje a irradiar con características vetustas. Un modo arcaico de hacer “política comunicacional” por el cual paradójicamente se invierten fortunas. De hecho, ningún ciudadano se imagina, cuánto se dilapida en spots, en banners, en auspicios de toda clase beneficiando a periodistas “amigos” del Poder.

Y por ello que, mientras el perfil de Mauricio Macri y Cambiemos incrementó adeptos con una Campaña sagaz,  la Operación “AntiPeronismo-AntiK”, y el dispositivo “AntiCorrupción”, deterioraron catastróficamente la confianza hacia los gobiernos Justicialistas.

 

Con tan añeja modalidad en la gestación del mensaje y transmisión del mismo, no hubo inmunización para tan viralizado ataque.

Así, ni en las PASO, ni en las recientes Generales, no hubo reacción. O peor aún… La percepción primaria fue que antes de cerrarse el referéndum del domingo 22, se daba por hecho la derrota.

 

Como si se supiera de antemano  que no había modo de revertir la “directriz” instaurada por Macri y Cía.

O como si se reconociera que en 12 años la propaganda oficial solo se trató de un ocultamiento de un sinfín de negligencias y/o acciones indebidas hoy impugnadas por la Comunidad.

 

Poco más de una década tuvo el Kirchnerimo y/o el Justicialismo para instituir una estructura de comunicación inteligente. No… Prefirió tener “adalides” defensores de un adoctrinamiento sin sentido.

Pudo sentar las bases para esparcir un mensaje no exento de autocrítica.

 

Demasiada soberbia. Y peor aún… A la tozudez le agregó hechos controvertidos, discutidos, reñidos con el juramento de servir a la Patria, respetar y hacer respetar la Constitución y las Leyes dictadas por los Órganos Constitucionales y/o dedicar con empeño patriótico los esfuerzos al engrandecimiento de la Nación.

 

Con este escenario, no tengo la menor duda… El entrerriano votó con la cabeza puesta en la escena nacional y hasta en lo que ocurría con la Provincia de Buenos Aires.

Por añadidura, no se supo ni se hizo lo que debió hacerse para “Provincializar” la elección, mucho menos se “Municipalizó”.

 

Quedan dos años para reformularse, para replantearse lo que se hizo mal y/o lo que no se llevó a cabo. Los cambios en el Gabinete pueden otorgar renovados bríos, pero si algo precisa Gustavo Bordet es animarse, atreverse a dar un brusco giro en el modo de mostrar “su” obra a la gente.

Precisará mucha valentía, inmenso coraje. Hay todo un esquema añejo que debe modificarse en la línea informativa estatal y ni que hablar del destinatario. Es que el feed back entre emisor y receptor hace muchos, pero muchos años está interrumpido o mínimamente desnaturalizado.