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El olor nauseabundo soportado en Paraná es típico de feedlots

Por más que desde la Municipalidad de Paraná se niegue enfáticamente la instalación de feedlots en el suburbio de la Capital entrerriana, no estaría mal que se fiscalice fehacientemente, incluyendo tecnología elemental como drones, algunos loteos que -sin poseer centenares de cabezas de ganado- cuentan con animales vacunos o bovinos, como hasta porcinos y caprinos. Una recorrida básica por la periferia de esta ciudad posibilita detectar estos sectores de “engorde”. Mientras, los vecinos soportamos -sobre todo en el macrocentro-, olores nauseabundos dependiendo de la dirección del viento.

 

El mal aroma no sólo es sumamente molesto y difícil de soportar sino que provoca, en algunos casos, que ni se puedan abrir ventanas y tender la ropa lavada porque se impregna de este olor.

 

Un feedlot debidamente habilitado es un espacio único destinado al engorde intensivo del ganado. En dicha estructura se le suministra a los animales un preparado a base de cereales para su dieta, con importantes niveles de concentración energética, lo cual hace que el animal logre una óptima terminación de engorde.

 

Dentro del proceso de estadía del animal se presentan tres etapas. La primera es la de “Entrada” donde allí se provee de vacunas, alimentos, se hidrata, medicamentos, asistencia veterinaria, y en donde se utiliza la estructura del lugar (mixers, mangas, tractores, corrales, comederos, bebederos, etc).

 

Posteriormente se da lo que se llama “estadía del animal”, en el cual se da un proceso de constante monitoreo, controlando su salud y engorde.

Finalmente, el animal se retira. Y allí es donde se consigue su engorde óptimo con sus consecuentes elementos residuales (excretas, emisiones gaseosas, decesos y residuos).

 

La alimentación a base de un preparado de cereales, hace que le terminación sea más homogénea y con un engrasamiento acorde al mercado, lo cual hace que su precio sea mejor a uno que fue criado en condiciones de pastoreo.

 

Lo que cuesta admitir por las autoridades es la proliferación de los feedlots habida cuenta que el incremento en el aprovechamiento de las tierras generadas por cultivos más rentables, como la soja, está desplazando la ganadería a los rincones menos fértiles de los territorios.

Por consiguiente, en vez de alimentarse de los pastos naturales (ganadería extensiva) o de plantas forrajeras como la alfalfa, el ganado de los feedlots se nutre con alimentos balanceados hechos a base de maíz, soja y otros suplementos especiales.

En países como EE.UU y algunos europeos hay estrictas regulaciones sobre las características de su funcionamiento, debido a la gran contaminación ambiental y a los problemas sanitarios que puede generar la concentración de una gran cantidad de ganado en pequeñas superficies, cubiertas o no.

 

El problema más grave es que los feedlots, ubicados en zonas periféricas emanan cotidianamente olores nauseabundos que, dependiendo de la dirección del viento, inundan las ciudades o pueblos.

Sin controles eficaces de Desarrollo Sostenible, sin siquiera barrera forestal, recolección de líquidos con materia fecal y orina, ni laguna de efluentes, los feedlots precarios establecidos en áreas suburbanas, provocan este perjuicio como el hoy sufrido por miles de paranaenses.

 

Mientras que la Municipalidad lo ha negado en otros medios colegas, hay vecinos que en redes sociales no solo hablan del insoportable olor, sino también hay preocupación por el tratamiento de esos terrenos, el estado de napas de agua, el probable impacto de contaminación sumado a las plagas (ratas, cucarachas, moscas, etc) quitándonos a todos los habitantes la posibilidad de gozar y vivir saludablemente.