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El mundo conmocionado: Kobe Bryant muere a los 41 años en un accidente aéreo

Kobe Bryant voló muchas veces. En acciones imposibles con las que evitaba los brazos de los pívots rivales. Pero también en su helicóptero, que él mismo pilotaba para escapar del tráfico irremediable de Los Ángeles, camino del entrenamiento o de los partidos. Así fue su último vuelo: un grupo de excursionistas en bici vio un helicóptero en Calabasas, entre los cañones que circundan el Oeste de Los Ángeles. La máquina perdió el control y se precipitó contra una zona pedregosa. Después, se supo que el ex astro de la NBA, era una de sus víctimas como Gianna, la mayor de sus hijas, de 13 años. Ambos iban a un entrenamiento en la academia que Bryant tiene en Thousand Oaks, una localidad cercana a L.A..

 

La noticia del fallecimiento fue un hachazo en el mundo del basquetbol y más allá. El duelo se extiende en los medios, en las redes sociales y en las canchas de la NBA, donde se concretan minutos de silencio y pérdidas de posesiones de 24 en las primeras situaciones de partidos, en homenaje a uno de los jugadores más decisivos de la NBA del último cuarto de siglo.

Bryant tuvo una mezcla de precocidad, genio, ambición y longevidad poco habituales en la NBA, en la que tuvo un papel protagonista durante veinte años. Rompió moldes desde su estreno: imitó a Kevin Garnett y se plantó en la Liga Profesional sin pasar por la Universidad, a pesar de que todas lo deseaban. Esa decisión era entonces muy poco habitual, nadie, con la excepción de Garnett, lo había hecho en las dos últimas décadas.

 

Después de haberse salido en su colegio de instituto en las afueras de Filadelfia, fichar por la NBA a los 17 la primera muestra de su personalidad arrolladora, que la traería también enemigos. Igual que lo fue casarse muy joven, a los 22 años, contra la opinión de su familia.

En la cancha, lo consiguió todo: cinco anillos de la NBA, título de MVP, récords de precocidad y de anotación, 18 veces All-Star…

 

Fue un jugador siempre al máximo. Protagonizó una de las mejores duplas de la historia de este deporte junto a Shaquille O’Neal, que le dio tres campeonatos y con el que acabó peleado, y otra menos sonado, pero igual de efectiva, con Pau Gasol, que fue su amigo para siempre, para anotarse otros dos títulos.

Fue, sobre todo diferente: hablaba italiano y español, le gustaba el fútbol europeo, se convirtió en el jugador más odiado pero se fue entre ovaciones, tuvo capítulos negros -le acusaron de violación en 2003- y ganó un Oscar por un corto de animación autobiográfico.

 

En él, no se olvidó de su “mate del helicóptero”, que recreó dentro del sueño de un niño, como él, que amaba el baloncesto. Otro helicóptero acabó ayer con los sueños que le quedaban fuera de la canasta.

La trágica noticia llega un día después de que Bryant, padre de cuatro hijos, estuviera de nuevo en boca de todos, ya que LeBron James, jugando su segunda temporada con los Lakers, le pasó en la tabla de anotadores. “Sigues llevando el baloncesto más allá. Mi total respeto”, puso en Twitter el propio Bryant este mismo domingo.

 

Kareem Abdul-Jabbar (38.387), Karl Malone (36.928) y ahora James (33.655) están por delante de la ‘Mamba Negra’, un jugador diferente y de época en la franquicia de oro y púrpura. Bryant se despidió del balón naranja el 13 de abril de 2016, despedida que firmó con 60 puntos en la victoria Laker sobre Utah Jazz.

 

El alguacil del condado de Los Ángeles, Alex Villanueva, declaró ante los medios que nueve personas murieron en el accidente, en el que no hubo sobrevivientes (en un principio se dijo que las víctimas eran cinco).