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Día Mundial Sin Alcohol: controles de alcoholemia imprescindibles, oportunos y para todos

Para la Seguridad Vial el control es la llave maestra en pos de combatir no sólo a quien maneja alcoholizado, sino también procurando evitar siniestros. Controlar es prevenir y en el Día Mundial Sin Alcohol apuntaremos severamente a la Municipalidad de Paraná y sus fiscalizaciones contradictorias.

 

Además de poder detectar a la cantidad de personas que circula con alcohol en sangre, los controles de alcoholemia se erigen en un elemento disuasorio y hace que la gente desista a transitar en esas condiciones.

Quizás desde la Comuna capitalina pueda alegarse que no hay suficientes recursos humanos y materiales suficientes para cristalizar tal despliegue asiduamente, pero allí se pone sobre el tapete dos consideraciones neurálgicas: prioridades e inteligencia.

 

Persuadir a los conductores a que si manejan no tomen, debe ser elemental por parte del área competente del municipio pero a la vez resulta cardinal asociarse el Gobierno de Entre Ríos mediante la cooperación efectiva de la Policía de Entre Ríos.

Y esto conlleva la obligatoriedad de masivas campañas de difusión en TODOS los medios periodísticos, sobre todo en las web oficiales, aunque con el agregado de concientización a través de cartelería a lo largo y ancho de la ciudad, inclusive en ámbitos laborales, en instituciones educativas, deportivas, culturales, en eventos de diferente envergadura.

 

Obviamente que la Justicia debe ayudar. Justicia y Poder Legislativo como ediles, gestando, promoviendo y haciendo cumplimentar leyes rígidas, rigurosas, inflexibles para quienes transgreden las normas pertinentes.

Con más propagación, con más discernimiento, con mayor percepción se demostraría un interés rotundo en advertir a la población no solo los peligros de la ingesta de alcohol y la conducción sino también se insinuaría con elocuencia la instauración exhaustiva de controles “sorpresa” a lo largo y ancho de la Capital, poniendo énfasis en zonas de locales bailables y/o gastronómicos para que nadie después pueda elevar su dedo apuntador contra los funcionarios actuantes.

 

Ya es tiempo de aprehender lo que se hace en el Primer Mundo. La alcoholemia no es una contravención, una infracción: es un DELITO. Por lo cual, debe tomarse en serio la problemática.

Solo así tendremos mayor seguridad al transitar calles y rutas, como evitaremos no solo tragedias sino a la vez que hospitales y clínicas se colmen de “accidentados”.

 

Debe redoblarse la DIFUSIÓN de este flagelo, y debe prevenirse MULTIPLICANDO operativos. Para ello hay que INVERTIR lo que sea NECESARIO. Debe ser, insistimos, PRIORIDAD.

Ya no basta con multas. Debe retirarse el carnet por un tiempo predeterminado en relación a la graduación alcohólica detectada, y de ser flagrante en alevosía debe secuestrarse el vehículo y el inculpado debe ser apresado. Ni hablar aquel que produjese un accidente y provocase víctimas.

 

La conducción bajo la influencia del alcohol y o las drogas es claramente un acto temerario que tiene que tener sanción penal, es un delito, no una contravención. La ingesta de alcohol o drogas es un acto voluntario que inhibe los sentidos para manejar, por lo tanto sentarse al volante en condiciones indebidas y/o ilegítimas no tiene excusa ni justificación alguna.