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Crisis que solo el Gobierno de Macri disfraza: en un año cerraron más de 450 tambos

Durante los últimos años, en promedio, el cierre de tambos en la Argentina osciló entre el 2% y el 2,5%, pero los especialistas que siguen de cerca el negocio lechero advierten que en los últimos tres años la tendencia se aceleró por las secuelas que dejaron el aumento de los costos productivos, los problemas de rentabilidad, inundaciones y sequía.

 

Una estimación del Observatorio de la Cadena Láctea Argentina (OCLA), que funciona en el marco de la Subsecretaría de Lechería de la Nación, parece confirmar esta sensación: “En 2017 existían 11.326 unidades productivas, de acuerdo al Senasa, y estimamos, según ceses de actividad relevados en algunas industrias, que en 2018 habría unos 10.873 tambos. Es un 4% menos respecto a 2017”, precisa un reporte que analiza la estratificación en los establecimientos lecheros.

 

Otro dato interesante es que el 59% de los tambos son chicos o medianos (menos de 2.000 litros diarios) pero producen el 23,2% de la leche. En cambio, los tambos de más de 10.000 litros diarios, que son el 2,6% de los establecimientos, ya representan el 17% del ordeñe y siguen creciendo, en el marco de la concentración en tambos de mayor escala y tecnología que viene caracterizando a la lechería argentina, que cuenta con un rodeo lechero de 2 millones de vacas (1,3 millones en ordeñe, según datos del INTA).

 

“Con inversiones en infraestructura se podrían mitigar las pérdidas que genera el clima, pero en un contexto de costos altos y escaso margen ese tipo de decisiones se suelen postergar”, explicó el ingeniero Miguel Taverna, especialista en lechería del INTA Rafaela.

 

“Hay muchos establecimientos en los que no hay recambio, porque los hijos se quieren dedicar a otra cosa y cuesta encontrar mano de obra especializada por la falta de horizonte que hay en el tambo”, advirtió asimismo.

 

En este combo también incide la falta de buenos caminos rurales y de servicios en el campo (educativos, de salud y conectividad), que son esenciales para que un familia pueda construir un proyecto de vida allí.

 

Es un punto que también puso en foco, recientemente, un estudio de la Facultad de Ciencias Agrarias de la Universidad Nacional del Litoral (UNL), que señaló que las personas que trabajan en los tambos de la cuenca lechera central -en Santa Fe y Córdoba- no tienen una cobertura satisfactoria en cuestiones claves como la salud, la protección laboral, la jubilación, la capacitación y la educación de sus hijos.

 

A la situación que se arrastra hay que sumar las consecuencias de la fuerte devaluación de las últimas semanas, que incrementó los costos productivos.

 

“La escapada del dólar fue catastrófica para nosotros porque influye en el precio de las semillas, el maíz, la alfalfa y los agroquímicos, que creció con la escalada. En cambio, el valor de la leche fluida prácticamente no se mueve”, le aseguró a Clarín Rural Agustín Müller, uno de los referentes de un grupo de tamberos que trabaja en varias localidades de la cuenca lechera de Santa Fe, como Humboldt, Sarmiento, Progreso, Rivadavia y Santo Domingo.

 

Con las liquidaciones de junio, en tranquera, los tamberos creen que van a recibir entre $ 6,20 y $ 6,50, pero aseguran que necesitan más de $ 8 para atajar el incremento de los gastos en los establecimientos.