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Control en actividad pesquera y de caza: miente, miente…

Desde el Gobierno de Entre Ríos se indicó que durante el último año se han efectivizado más de 400 procedimientos de controles e infracciones, sumados a los operativos de limpieza en los ríos Paraná, Gualeguay, Uruguay, y el Delta entrerriano. Las actividades pesqueras y de caza constituyen los principales ejes de las inspecciones. Sin embargo, una crisis pesquera sin precedentes amenaza con terminar la población de pescados en nuestros ríos y pone en riesgo uno de los más valiosos sistemas ícticos del planeta.

 

La Dirección de Fiscalización Agroalimentaria (DGFA), que depende del Ministerio de Producción, dio cuenta de los intensivos operativos realizados durante 2016, que tuvieron como resultado la redacción de multas por infracciones, secuestros de artes de pesca y armas, así como también de animales vivos de la fauna autóctona.

 

Según el área precitada, los controles fueron implementados en todo el territorio provincial de acuerdo a las normativas vigentes y llevados a cabo por vía fluvial, por rutas y pasos camineros, y en locales dedicados a la explotación pesquera, cueros, y carnes obtenidas como producto de la caza comercial y su transporte.

El resultado obtenido en los mismos es un total de más de 200 procedimientos entre secuestro de armas y artes de pesca no permitidas como de trampas y jaulas con animales vivos de la fauna autóctona, que fueron rescatados por los inspectores de la DGFA, para su posterior rehabilitación.

 

Por otra parte, de modo rimbombante, informan que se llevaron a cabo importantes operativos relativos a la actividad pesquera, obteniéndose como resultado el secuestro de pescado fuera de la medida permitida y sin el aval correspondiente para su tenencia y/o transporte, procediéndose a su desnaturalización y posterior aplicación de multas por infracción.

 

Del mismo modo, se llevaron a cabo las habilitaciones a través de permisos y licencias para el ejercicio de las distintas actividades permitidas propias de la caza y la pesca en el territorio de la provincia. En cuanto a las mismas se obtuvieron resultados altamente positivos, con un total de 5984 permisos y licencias expendidas a través del sistema tradicional manual, y del sistema gestor On-Line.

 

Lo que no se dice…

 

Un grupo de grandes empresas pesqueras argentinas y de países limítrofes -como Brasil y Paraguay-, se llevan diariamente de la costa entrerriana miles y miles de pescados recogidos en los ríos y arroyos pertenecientes al sistema del río Paraná.

 

Este negocio que, mueve miles y miles de dólares, es el causante de una crisis pesquera sin precedentes en el segundo río más importante de Sudamérica, después del Amazonas. Esto se explica porque esta práctica depredatoria recae sobre el Sábalo, base de la pirámide alimentaria de las 20 principales especies de valor comercial del Paraná.

 

Las redes gigantescas que “cuelan” los surcos de agua de nuestra región, están destruyendo el recurso natural sobre el que se asienta una de las escasas posibilidades de crecimiento con que cuenta el litoral: El turismo de las riberas.

 

Quien viva o haya visitado alguna comunidad de la costa en los últimos tiempos, seguramente habrá escuchado de boca de los lugareños una frase tan gráfica como alarmante: “Están colando el río”. Esas pocas palabras no hacen más que denunciar una práctica depredatoria que se está extendiendo en los ríos y arroyos del litoral argentino, y que tiene como principal destinatario al Sábalo, el popular habitante de las aguas del Paraná.

 

Un pequeño grupo de grandes empresas que industrializan y comercializan especies de agua dulce, llega diariamente a nuestras riberas en portentosos camiones frigoríficos, para llevarse miles de peces por jornada, burlando leyes que regulan la caza y pesca en territorio santafesino.

 

El mayor porcentaje de extracción recae sobre el sábalo, una especie de gran valor ecológico, que es el sustento alimentario del sistema íctico del segundo río de Sudamérica, después del Amazonas.

 

Esta progresión extractiva, que es el origen de un negocio que mueve alrededor de 50 mil dólares por día, ha derivado en una crisis pesquera sin precedentes en el litoral argentino, y anticipa la desaparición del Sábalo a corto plazo.

 

Los depredadores se valen de la necesidad y el conocimiento de pescadores artesanales y de gigantescas mallas fuera de medida, para recoger los frutos del río y distribuirlos en el mercado interno o para exportación. A este último concepto se destinan alrededor de 30 mil toneladas anuales, enviadas a Brasil, Bolivia, Colombia y África, vía Nigeria.

 

La renta del negocio pesquero se distribuye en otros puntos de la cadena de comercialización, por cuanto las familias que viven de la pesca cada día deben capturar más para tratar de sobrevivir. Entonces, cuando la captura se empieza a hacer cada vez más difícil, se producen fenómenos de exclusión importantes. Ello implica que pasarán a engrosar la población con necesidades básicas insatisfechas, y así se origina un fenómeno de ruptura social por el uso no sustentable de un recurso.

En resumen… la práctica depredatoria genera millonarias ganancias para pocos, en detrimento de la subsistencia de las comunidades ribereñas.

 

¿De quién es la responsabilidad de impedir que sigan depredando su población íctica? Los pobladores de la costa afirman que los controles no se hacen debidamente. Denuncian que circulan cargamentos enteros no declarados. Por ende, la actividad se ejerce ilegalmente.

 

La depredación que está devastando el recurso íctico del Paraná se inicia en las riberas de Entre Ríos y Santa Fe, y continúa en las rutas, por donde circulan los transportes frigoríficos que llevan cargamentos de sábalos y otras especies.

 

“Las empresas que están terminando con nuestros peces llegan a la costa, ponen pescadores y usan redes no autorizadas. Hay algunos que tiran más de mil metros de malla y utilizan unas brasileñas que son mucho más chicas, lo que hace que saquen pescados fuera de medida. Además del Sábalo, llevan surubicitos amarillos, todo lo que levantan”, cuentan expertos ribereños.

 

Las más perjudicadas con el exterminio de la población íctica son las comunidades costeras, que viven de lo que pescan. Los pescadores artesanales, la gente que está todos los días pescando, que pone su espinelcito y que forma parte del paisaje, ve resentida su economía, porque el recurso natural se acaba. No encuentran más el Sábalo, el Surubí, el Dorado; están desapareciendo las especies. Así, familias que toda su vida trabajaron de eso, que viven de la pesca, algunos hicieron estudiar sus hijos, hoy se encuentran con que este tipo de comercio ilegal que los está marginando, los está dejando sin su forma de subsistencia.

 

Hoy, las empresas que llevan pescado de nuestras costas le pagan a los pescadores centavos centavos por cada Sábalo de medida reglamentaria. La norma vigente impone un mínimo de 40 centímetros, pero la mayoría de las cargas tienen grandes porcentajes de peces hasta de 20 centímetros.

 

Conclusión… hacen falta mejoras legislativas muy importantes; hace falta armonizar la legislación de todas las provincias del litoral y con los países limítrofes; hace falta la incorporación de Santa Fe definitivamente al convenio con las provincias del noreste argentino y Paraguay; hace falta revisar y mejorar el sistema de multas que hoy son irrisorias, sobre todo para el control del sistema de acopio y transferencia hacia las grandes empresas. Sin hesitar, tenemos una legislación vetusta.