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¿Casualidad o causalidad? La CGT quedó muy mal parada…

Si bien el aparato sindical íntegro se volcó ayer a las calles porteñas, Héctor Daer, Juan Carlos Schmid y Carlos Acuña, conductores de la máxima representación obrera quedaron expuestos a una clara deslegitimación, siendo hostilizados por grupos de militantes (la CTA, la Izquierda y el Kirchnerismo) mientras pronunciaban sus vacíos y breves discursos. Los tres debieron escapar a las escondidas cuando la ceremonia concluyó con la marcha peronista. Como si una mente maquiavélica hubiera planteado ese escenario para denigrar, desacreditar el planteo gremial y dejarlo al borde de un caos social.

 

¿Cuál será el margen de maniobra de los sindicalistas a partir de hoy? La conducción cegetista desnudó debilidades desconocidas. Impensadas en los tiempos en que en la primera línea talló el camionero Hugo Moyano. Ninguna de aquellas refiere a cuestiones discursivas, en general pobres antes y ayer mismo.

Fue ostensible, en cambio, la permeabilidad organizativa del acto del triunvirato. La CTA, la izquierda y retazos kirchneristas terminaron copando la parada filtrándose por los costados y detrás del palco levantado en Diagonal Sur.

 

Nadie previó esos movimientos como si se hubiese pergeñado un plan estratégico de desdoro. Los oradores estuvieron apremiados por aquellos que los conminaron a fijar una fecha concreta para el paro general y quedaron así mancillados, agraviados, vilipendiados en medio de la batahola final donde quedó al desnudo la percepción inherente a que “No todos están de acuerdo con el paro”, como dándole la derecha al Gobierno que se frotó las manos viendo semejante división.

 

La CGT por estas horas debe estar tomando nota que indiscutible predominio ha perdido de modo drástico homogeneidad en el campo sindical. La unificación de facto de la Central de Trabajadores de la Argentina (CTA), donde conviven la izquierda y los gremios con influencia kirchnerista, abrió una fisura ya compleja de cicatrizar.

No sólo por el control de la calle: también por la dinámica de las acciones de protesta. Fueron los ceteístas los que instalaron la idea de un paro con fecha inamovible. Daer, Acuña y Schmid debieron lidiar en el acto de ayer contra esa imposición. Deberán continuar surfeando el desafío en los días que se avecinan.

 

El otro retroceso cegetista podría desprenderse de su intención inocultable de intentar liderar la reconstrucción del peronismo. Recuperar el lugar que resignaron durante la década K. Sobre todo en los tiempos de Cristina. La dispersión durante la marcha de ayer resultó notable y, a veces, contradictoria.

El kirchnerismo se agrupó por su cuenta. Nuevo Encuentro, de Martín Sabattella, también hizo rancho aparte. Daniel Scioli deambuló en soledad. Aníbal Fernández llegó a las cercanías del palco pero debió alejarse por la animosidad de los manifestantes contra él. Amado Boudou permaneció agazapado entre gente amiga. Hasta hubo una columna que se identificó con banderas que llevaron la inscripción de Florencio Randazzo. Julián Domínguez se agrupó con representantes empresarios de las Pymes.

 

¿Podría significar ese retrato algún guiño de acercamiento de la CGT con Massa?. Los dirigentes pretenderían que el jefe de FR participe en la construcción de una alternativa “PJotista” para las legislativas de octubre. Pero por ahora la dirección que ha tomado Massa incluye destinos diferentes. Su prioridad sigue siendo la alianza con Margarita Stolbizer.

 

La única opción que la CGT pareciera descartar dentro del PJ es el kirchnerismo. Muchísimo más después del final escandaloso que tuvo la concentración de este martes, en la cual los K tuvieron una elevada responsabilidad.

Cristina había adherido expresamente a la convocatoria. Los secretarios de la CGT renegaron de tal adhesión. Se trata de una historia que no tiene retorno.

 

Mientras, Macri respira aliviado. Divide y…