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Argentina cierra el 2017 con el déficit comercial más alto desde el ’94

Argentina se encamina a cerrar este año con el déficit comercial más alto desde 1994, con un rojo que crece mucho más allá del pronóstico de u$s4.500 millones que realizó el propio Gobierno. En el acumulado de los primeros 10 meses de 2017, el déficit alcanza los u$s6.115 millones, un 6,3% más alto que el saldo negativo de u$s5.751 registrado hace 23 años.

 

Desde 2011, cuando se marcó el récord de exportaciones por u$s82.981 millones, las ventas externas fueron decreciendo hasta cerrar 2015 con una caída del 31,2% a u$s56.783 millones. Ya en 2016, hubo un pequeño repunte del 1,9%, un guarismo que parece repetirse este año, puesto que en el acumulado de los 10 primeros meses las exportaciones totalizan u$s49.271 millones un 1,8% más que hace un año. Pese a la modesta suba, las ventas externas siguen estando por debajo de 2011 en alrededor de un 30%.

 

En cambio, las importaciones avanzan en el acumulado del año un 18,9% a u$s55.386 millones, una cifra que representa casi el total del año pasado. Esta expansión es de esperar en una economía que crece a una tasa anualizada del 4%, ya que históricamente el país ha sido dependiente de los bienes de capital e insumos importados.

 

Un dato que resulta paradójico es que en los primeros 10 meses del año, las exportaciones de productos primarios caen 6,9% y las Manufacturas de Origen Agropecuario (MOA) un 1%, mientras que crece un 12% el comercio de Manufacturas de Origen Industrial (MOI).

 

“Es llamativo que supuestamente los sectores más favorecidos por la política económica actual son los que han retrocedido en las exportaciones”, apuntó Víctor Beker director del Centro de Estudios de la Nueva Economía (CENE) de la Universidad de Belgrano, en diálogo con Ámbito Financiero.

 

Al respecto, Marcelo Elizondo, director de la consultora Desarrollo de Negocios Internacionales (DNI) aportó: “La caída de las ventas externas agropecuarias está motivado por diversos factores, en primer lugar, las inundaciones que terminaron afectando la cosecha y en segundo lugar los exportadores están haciendo stock porque el año que viene bajan las retenciones a la soja y falta apenas un mes para 2018”.

 

En el caso de las MOI, hay que decir que la base de comparación es baja, aunque el crecimiento se explica por una mayor demanda de Brasil sobre todo en lo referido al sector automotor.

 

 

Entonces, el problema no es que crezcan las importaciones sino la debilidad de las exportaciones. Este desequilibrio promete cerrar el año con un déficit comercial de unos u$s8.000 millones, lo que requiere una tarea público-privada para recuperar el terreno perdido en el comercio internacional. En este sentido, aparecen varios factores que complican las ventas externas.

 

El primer ítem es el evidente atraso cambiario, reflexionan los colegas de Ambito.com con un dólar que se ha movido corriendo desde atrás a la inflación. Al respeto, el CENE estimó que en comparación con la cotización del dólar de diciembre de 2015 (luego del levantamiento del cepo cambiario) hay un atraso cambiario del 38,2%, por lo que el valor del dólar para mantener la paridad debería estar en $28,54.

 

“El atraso cambiario le ha ido quitado competitividad no solo a las exportaciones sino también a los productos que compiten con las importaciones. Si no hay una corrección vamos a tener un déficit comercial y de cuenta corriente creciente”, alertó Beker.

 

En este sentido, Elizondo sostuvo: “Argentina arrastra un problema de competitividad sistémica. El atraso cambiario es una manifestación del problema, es el efecto del déficit fiscal que se financia con el endeudamiento externo. El déficit fiscal genera además una tasa de interés alta, imposibilidad de bajar los impuestos y tasas de inflación alta”.

 

 

Según datos de la OMC el comercio mundial registra en 2017 un crecimiento del 3,5%. Si bien no es un gran aumento, significa una mejora respecto a la anemia evidenciada en años anteriores. En ese escenario, es que la Argentina debe enfrentarse a la Guerra de Competitividad que vive el mundo, para llegar con sus productos a los países con los que ya tiene un vínculo comercial y ganar nuevos mercados.

 

“Argentina no tiene un problema de demanda, el mundo quiere comprar los productos argentinos. Tiene un problema de oferta, produce cosas cuya ecuación costo-valor está desequilibrada, hay costos de producción relativos al valor de los bienes producidos que no son muy altos”, dijo Elizondo.

 

Para conseguir ventajas para el sector exportador, la Casa Rosada tendrá que continuar con el combate de la indomable inflación (más allá de que la redujo a casi la mitad en la comparación con 2016, la inercia continúa) y seguir atacando el déficit fiscal. “El Gobierno está sobrecumpliendo las metas y dando muy buenas señales, lo que pasa es que el gradualismo genera resultados graduales”, sostuvo Elizondo.

 

Por su parte, Beker afirmó que el Banco Central “no tiene una política antiinflacionaria, lo que tiene es una política de tasas astronómicas de interés para contener la demanda del dólar. Lo único que está equilibrando la balanza del sector externo y que hace que las reservas se mantengan es que toda la pérdida de divisas se equilibra con el ingreso vía endeudamiento”.

 

Hacia el futuro hay que considerar además cuáles son los mercados de destino para las exportaciones argentinas. En la actualidad, Asia explica un tercio de todas las importaciones del mundo, y Argentina ya le vende a Asia más que a Sudamérica y al Sudeste Asiático más que al Mercosur. Al respecto, Elizondo apuntó que el país debe “mejorar la estrategia de inserción internacional, y apuntar a los mercados más dinámicos que son los asiáticos”.